viernes, 22 de agosto de 2014

La comunidad de profetas

                             


La comunidad de profetas
También allí los miembros de la comunidad de profetas de la ciudad se acercaron a Eliseo y le preguntaron: “¿Sabes que hoy el Señor va a quitarte a tu maestro, y a dejarte sin guía?”. “Lo sé muy bien. ¡Cállense!”. 2 Reyes 2:5.
Elías está terminando su ministerio, y Eliseo sabe que tendrá que comenzar el suyo sin la compañía ni la guía del profeta del Monte Carmelo. Frente a tal expectativa, Eliseo no se separa de su maestro ni por un instante.
Elías intenta dejarlo varias veces, pero siempre recibe la misma respuesta de Eliseo: “Yo voy contigo”. La historia de Rut viene a la memoria, con la repetida negación para abandonar al otro. Motivos diferentes, situaciones diferentes, pero igual resultado: victoria final y bendiciones para aquel que eligió quedarse.
Tanto en Bet-el como en Jericó, los miembros de la comunidad de los profetas se acercan a Eliseo para decirle que el Señor le quitará a su maestro y que lo dejará sin guía. En los dos casos, Eliseo responde que ya lo sabe y que no necesitan recordárselo.
Que la información que tengas sea verdad no significa que la tengas que estar repitiendo todo el tiempo a todo el mundo. Hay momentos, circunstancias y personas que debes respetar (y cuidar), antes de hablar.
Cuando llegan los dos profetas a la orilla del Jordán, a una cierta distancia los acompañan unos cincuenta miembros de la comunidad de los profetas. Ellos fueron los testigos privilegiados de la ascensión de Elías y del inicio del ministerio de Eliseo. El reconocimiento del Espíritu Santo en la vida de Eliseo fue inmediato. La fe en el poder divino demoró un poco más.
Tú puedes ser miembro de la iglesia y ser testigo de milagros, de grandes transformaciones en las vidas de las personas que te rodean, lo cual es el mayor de los milagros que Dios puede realizar. Reconocer la acción del Espíritu Santo en un momento no es garantía de que siempre lo conseguirás hacer.
Haber sido guiado por la mano de Dios un día no es garantía de que siempre te podrá guiar. Es una decisión que debes tomar cada día. Tómala hoy.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor

jueves, 21 de agosto de 2014

Los oficiales de Ocozías

                             

Los oficiales de Ocozías
Ocozías hijo de Acab ascendió al trono de Israel en Samaria en el año diecisiete de Josafat, rey de Judá, y reinó dos años en Israel. Pero hizo lo que ofende al Señor, porque anduvo en los caminos de su padre y de su madre, y en los caminos de Jeroboam hijo de Nabat, que hizo que Israel pecara. 1 Reyes 22:51, 52.
Ocozías tuvo un accidente al caer de una ventana, y envía un grupo de mensajeros a consultar al dios de Ecrón sobre su futuro. El profeta Elías interrumpe el viaje de la comitiva y los hace regresar, avisando que el rey morirá. Ese primer grupo no conoce al hombre de Dios, pero apenas lo describen –solamente la vestimenta– y presentan su informe, Ocozías entiende que es Elías quien habló, y lo manda a prender.
 
Tres grupos de oficiales son enviados con la misma misión. Los dos primeros fueron –literalmente– consumidos por fuego divino. El tercer contingente actúa de una manera marcadamente diferente, y consigue no solo sobrevivir, sino además llevar al profeta hasta la presencia del rey.
 
Elías se encontraba en la tranquilidad de la cima del monte. Un lugar así nos acerca a la presencia de Dios. El silencio y la quietud nos permiten escuchar mejor la voz del Señor. Quizá sea por eso que los dos primeros mensajeros, representantes de los poderes del mal, lo primero que le dicen al profeta es “baja”.
 
Es interesante que ambos comiencen reconociendo a Elías como un hombre de Dios. Tus palabras, tu vestimenta, tu forma de actuar, tu posición frente a la vida, tu elección por estar en la cima del monte, cerca de Dios, hace fácil reconocerte como un hombre o una mujer de Dios.
 
Con el segundo contingente, la orden será más enfática: “Baja inmediatamente” (2 Rey. 1:10). La única forma que existe para que el enemigo pueda atraparte, llevarte a sus dominios y rendirte, es haciéndote bajar a su territorio. Mientras estés en la cima del monte, en el territorio de Dios, nadie tiene poder para alcanzarte ni tocarte.
 
Hoy puedes elegir si vivir en la cima del monte o en el territorio del enemigo. Recuerda que allí arriba difícilmente podrás estar acompañado por mucha gente y que no tendrás las comodidades que el valle te ofrece, pero ese es el territorio de Dios; por lo tanto, es el mejor lugar del mundo para ti y para mí.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor

miércoles, 20 de agosto de 2014

Ocozías

Ocozías

 Ocozías hijo de Acab ascendió al trono de Israel en Samaria en el año diecisiete de Josafat, rey de Judá, y reinó dos años en Israel. Pero hizo lo que ofende al Señor, porque anduvo en los caminos de su padre y de su madre, y en los caminos de Jeroboam hijo de Nabat, que hizo que Israel pecara. 1 Reyes 22:51, 52.

 
 
Humanamente hablando, no se podría esperar mucho más de Ocozías de lo que este versículo relata. Hizo lo que ofende a Dios, anduvo en los caminos de sus padres y colaboró para que el pueblo de Israel continuara pecando.
 
Desde el punto de vista humano, el pecado a veces no nos sorprende, hasta que supera los límites que nosotros mismos colocamos. Por ejemplo: que un dirigente de la iglesia cometa adulterio consigue llamar nuestra atención (en algunos casos roza el escándalo), porque supera los límites que marcamos. Dicho de otro modo, aceptamos diversos niveles de pecados. Esto es un error.
 
Nos acostumbramos tanto, por ejemplo, al chisme, a la mentira y a la murmuración, que ya forman parte de la “normalidad”.
 
“Fulano –dirigente de la iglesia– me contó un chisme”. Dejó de ser un problema, para transformarse en la introducción para que yo también me entere de la información que está circulando. Nadie se escandaliza.
 
“Fulano –dirigente de la iglesia– estaba fumando y bebiendo en el bar”. Superó los límites. Nos incomoda. En esos casos, reaccionamos.
 
Aquellos pecados “normales”, “comunes”, “repetidos por todos”, los observamos como características de la naturaleza humana, casi no le damos importancia espiritual; cuando, en realidad, uno solo de esos pecados sin confesar, sin que se muera frente a la fuerza del arrepentimiento, nos puede dejar fuera del Reino de Dios.
 
En una oportunidad, Ocozías se unió con Josafat para construir una flota, con la idea de traer oro de Ofir. No lo consiguieron, porque la escuadra naufragó. Ante el fracaso, el rey de Israel propuso un segundo intento; pero Josafat, advertido por un profeta, no aceptó la propuesta (1 Rey. 22:48, 49).
 
La diferencia entre el hombre prudente y el insensato es que mientras este no entiende la voz de Dios y vuelve a repetir el error, el primero se aleja del mal. Tú eliges qué harás con tu vida eterna. Tan solo recuerda que un pecado “normal” te puede dejar fuera del cielo.
 
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor

martes, 19 de agosto de 2014

Josafat

Josafat

 
Siempre siguió el buen ejemplo de su padre Asa, y nunca se desvió de él, sino que hizo lo que agrada al Señor. Sin embargo, no se quitaron los santuarios paganos, de modo que el pueblo siguió ofreciendo allí sacrificios e incienso quemado. 1 Reyes 22:43.
 

La Biblia dice que fue un buen rey. No esconde sus errores ni sus limitaciones, pero lo incluye en la lamentablemente breve lista de los reyes que hicieron lo correcto ante los ojos de Dios.
 
Josafat no es perfecto; no consiguió completar la tarea de limpieza espiritual. Dejó los santuarios paganos, propiciando así que el pueblo siguiera ofreciendo allí sacrificios e incienso quemado.
 
¿Te das cuenta? Pequeños detalles que no realizamos dejan la puerta abierta para grandes problemas. El buen hijo de Asa hizo varias cosas correctas, pero dejó un espacio espiritual desguarnecido, y allí aprovechó el enemigo de Dios para lastimar el corazón del Padre.
 
Hace dos días, cuando hablábamos del profeta Micaías, observamos a Josafat sentado al lado del rey Acab. Eran parientes, y estaban comprometidos política y militarmente. Ya señalamos que el problema del “yugo desigual” va más allá del casamiento; pero creo que será bueno regresar sobre otro aspecto que también mencionamos: las decisiones que tomamos más allá de la posición y las indicaciones de Dios.
 
Josafat es quien pide la presencia de un profeta verdadero. Gracias a él se entera de la verdadera posición del Cielo en relación con esta empresa militar. Es el momento de obedecer. Es el instante en el que, como buen hijo de Dios, debería frenar la locura del impío Acab. Pero no hace nada. Al contrario: va a la guerra.
 
¿Qué tipo de religión tiene Josafat? Tal vez, la misma que tenemos varios de nosotros. Es la religión de la decisión personal previa y particular. Es la religión del “Bendíceme”, no la del “Guíame”. Es la religión que elige a la novia (o al novio) y después se la presenta a Dios, sin que él pueda –ni siquiera– opinar. Es la religión que exige la aprobación divina a los proyectos humanos. Es la religión del “Hago lo que quiero hacer” y después veo, por más que sé que el Cielo está en contra.
 
Recuerda que mejor que pedirle perdón a Dios por tu pecado, es pedirle que te dé fuerzas para no cometerlo.
 
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor

lunes, 18 de agosto de 2014

Sedequías

Sedequías

                            


Al oír esto, Sedequías hijo de Quenaana se levantó y le dio una bofetada a Micaías. “¿Por dónde se fue el espíritu del Señor cuando salió de mí para hablarte?”, le preguntó. 1 Reyes 22:24.



Los mentirosos, además de profundamente falsos, son tristemente divertidos. Se animan a sobreactuar en ciertas situaciones, que alcanzan a rayar lo ridículo. A veces, llego a pensar que los embusteros siempre creen en sus falacias. Ellos afirman, parece que convencidos, cosas que quien conoce la verdad sabe que no son así. Ni siquiera la duda o la vergüenza los frenan. Mantienen sus mentiras con la mayor naturalidad.
Cuando Acab, por pedido de Josafat, pide la presencia de los profetas, entre el grupo de mentirosos llega Sedequías, con toda su fuerza teatral en manos. Dando un paso al frente (¡los mentirosos siempre quieren aparecer frente a la platea real!), llamando toda la atención sobre él (solamente faltan las luces iluminándolo), con dos cuernos de hierro en sus manos, predice que empujarán a las cornadas al ejército sirio para afuera del territorio israelita.
Luego de la presentación teatral, jocosa y exagerada, el rey de Judá pedirá un profeta serio, verdadero y del Señor. En ese contexto llega Micaías.
Quizá te toque “entrar en escena” cuando la mentira esté dominando la situación. No te acobardes por eso: nadie puede mentir a todos todo el tiempo; pero tú siempre puedes decir la verdad a todos. Lo verdadero, más tarde o más temprano, se mostrará como lo único válido.
Al escuchar la predicción desalentadora de Micaías, Sedequías se levanta y le da una bofetada (el más grande de los insultos en las culturas orientales). El atrevimiento del mentiroso no conoce límites.
Para el mentiroso, la única solución es Cristo. Para la mentira, incluso aquella que te afecta directamente, aquella que te ofendió, la que te hirió, la solución es el tiempo. Sí, el tiempo es la única opción que existe para que aparezca la verdad.
Cristo dijo que conoceríamos al árbol por sus frutos. Pero, a veces, el árbol demora para darlos. Durante ese tiempo, es posible que los Sedequías que te rodean aparenten con su escenificación, y quieran dominar la historia y controlar la situación.
Quizá tú, que estás con la verdad, puedas estar sufriendo; pero el Cielo te dará tu legítima y genuina recompensa. Aprende a esperar en aquel que es el Camino, la Vida y la Verdad.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor

sábado, 16 de agosto de 2014

La siembra de la verdad

La misión de Cristo no fue entendida por la gente de su tiempo. La forma de su venida no era la que ellos esperaban. El Señor Jesús era el fundamento de todo el sistema judaico. Su imponente ritual era divinamente ordenado. El propósito de él era enseñar a la gente que al tiempo prefijado vendría Aquel a quien señalaban esas ceremonias. Pero los judíos habían exaltado las formas y las ceremonias, y habían perdido de vista su objeto.
Las tradiciones, las máximas y los estatutos de los hombres ocultaron de su vista las lecciones que Dios se proponía transmitirles. Esas máximas y tradiciones llegaron a ser un obstáculo para la comprensión y práctica de la religión verdadera. Y cuando vino la Realidad, en la persona de Cristo, no reconocieron en él el cumplimiento de todos sus símbolos, las sustancia de todas sus sombras. Rechazaron a Cristo, el ser a quien representaban sus ceremonias, y se aferraron a sus, mismos símbolos e inútiles ceremonias.
El hijo de Dios había venido, pero ellos continuaban pidiendo una señal. Al mensaje: "Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado",* contestaron exigiendo un milagro. El Evangelio de Cristo era un tropezadero para ellos porque demandaban señales en vez de un Salvador. Esperaban que el Mesías probase sus aseveraciones por poderosos actos de conquista, para establecer su imperio sobre las ruinas de los imperios terrenales.
Cristo contestó a esta expectativa con la parábola del sembrador. No por la fuerza de las armas, no por violentas interposiciones había de prevalecer el reino de Dios, sino por la implantación de un nuevo principio en el corazón de los hombres.

Cada Dia Mas Sabio

Inteligencia no es sinónimo de sabiduría. La diferencia entre ambas es vital para tener éxito en esta vida y conquistar la felicidad eterna. No alcanza con poseer el conocimiento. Hay que ser sabio para dar el paso correcto en el momento oportuno y en la dirección adecuada. El espejismo del conocimiento humano desprovisto de la sabiduría divina es la trampa que pierde a muchos en nuestra época. Un verdadero cristiano reflexiona y está dispuesto a cambiar el rumbo de su existencia cuando reconoce que su inteligencia se desvanece frente a la sabiduría celestial. Los consejos cotidianos que el pastor Alejandro Bullón comparte en estas páginas son el resultado de su propia experiencia, como evangelista público y siervo de Dios, al encontrarse con personas que han decidido aceptar o rechazar el camino de la sabiduría. Además, son un testimonio incuestionable del poder de la palabra de Dios para cambiar la dirección de una vida equivocada. De manera que si cada día atesoramos las joyas de la sabiduría expresadas en Salmos y Proverbios, andaremos con ventaja la jornada que se nos ofrece.

Cada Dia Mas Sabio


Inteligencia no es sinónimo de sabiduría. La diferencia entre ambas es vital para tener éxito en esta vida y conquistar la felicidad eterna. No alcanza con poseer el conocimiento. Hay que ser sabio para dar el paso correcto en el momento oportuno y en la dirección adecuada. El espejismo del conocimiento humano desprovisto de la sabiduría divina es la trampa que pierde a muchos en nuestra época. Un verdadero cristiano reflexiona y está dispuesto a cambiar el rumbo de su existencia cuando reconoce que su inteligencia se desvanece frente a la sabiduría celestial. Los consejos cotidianos que el pastor Alejandro Bullón comparte en estas páginas son el resultado de su propia experiencia, como evangelista público y siervo de Dios, al encontrarse con personas que han decidido aceptar o rechazar el camino de la sabiduría. Además, son un testimonio incuestionable del poder de la palabra de Dios para cambiar la dirección de una vida equivocada. De manera que si cada día atesoramos las joyas de la sabiduría expresadas en Salmos y Proverbios, andaremos con ventaja la jornada que se nos ofrece.