martes, 29 de noviembre de 2011

QUE TENGAS SALUD

Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. 3 Juan 2.

El versículo de hoy muestra que la vida tiene diferentes aspectos. No es solo una experiencia espiritual, ni apenas física o, tal vez, social: es todo un conjunto integrado. Y, para que exista bienestar, todas las áreas de la experiencia humana deben funcionar bien.
Hablemos de la vida física. No podrías vivir sin un cuerpo; por eso, Dios, en la Creación, te dio un cuerpo y te hizo un ser físico. Siendo Dios tu Creador, sabe cómo debe funcionar tu cuerpo y cómo debes cuidarlo, a fin de tener buena salud. Por eso, desde el principio de la Creación se preocupó por la alimentación del ser humano, le dio órdenes claras de cómo debería alimentarse, si deseaba ser sano y feliz.
En el tiempo de Israel, también se preocupó por alimentar a sus hijos. Sabía que el cuerpo físico necesitaba de alimentación, de calor, de agua y de sombra, y les proveyó todo eso de forma milagrosa. Les dio, también, directivas sanitarias que el pueblo debía seguir, para no ser víctima de epidemias por falta de higiene.
Y, en el capítulo 11 de Levítico, les explicó detalladamente qué tipo de alimentos podían comer o no, si quisieran tener salud y vida física abundante.
En el Nuevo Testamento, Juan dice: "Que tengas salud". Sin salud, de nada vale que tengas un buen empleo, dinero o amor; un cuerpo enfermo siempre te estará trayendo dolor, y no te dejará servir a Dios con alegría.
El Señor Jesús, durante su ministerio en la tierra, demostró preocupación por la salud física del ser humano: al ver a la multitud hambrienta, la alimentó; al ver a los enfermos, los curó; y a sus discípulos les dijo, muchas veces, que era necesario que reposaran, para tener mejores condiciones de servir.
Al realizar muchos milagros de curación en el sábado, Jesús estaba relacionando, también, el sábado con la salvación, con la vida y con la buena salud. Está probado que el reposo es un remedio en contra del estrés, provocado por la vida agitada que el hombre de nuestros días vive.
¿No crees que la preocupación de Dios por tu salud debería ser motivo de gratitud? Aprovecha este día para evaluar la forma en que estás tratando a tu cuerpo. ¿Bebes suficiente agua? ¿Practicas ejercicios diarios? ¿Te preocupas por tener una alimentación saludable? ¿O piensas que la buena salud es fruto de la casualidad? "Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

miércoles, 23 de noviembre de 2011

EN EL MUNDO


No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. Juan 17:15.

Para que la vida sea completa, no basta que tenga un aspecto físico y otro espiritual; necesita, también, de una dimensión social. El ser humano no fue creado para vivir en soledad. En el Jardín, Dios creó una compañera para el hombre: "No es bueno que el hombre esté solo", dijo Dios. Y la vida probó que realmente no es bueno: las personas que se aíslan y viven solas viven menos, y con menor motivación.

La dimensión social del cristiano abarca su vida familiar, su relación con los amigos, con la comunidad en la que vive y trabaja, y con la comunidad en la que alaba a Dios. A esta última, la llamamos iglesia.

A fin de que el ser humano sea plenamente feliz, sus relaciones humanas necesitan ser saludables, gratificantes y constructivas. Pero, desde la entrada del pecado, las relaciones humanas se deterioraron. Recuerda que el primer problema de relación entre Adán y Eva surgió luego del pecado: empezaron a atacarse, a acusarse y a justificarse; algún tiempo después, Caín mató a su hermano Abel, y ahí empezó el desfile de desencuentros y luchas.

¿Qué hacer para volver a tener relaciones sociales saludables? Lo primero que el ser humano necesita, con el fin de vivir en paz con los demás, es tener paz en el corazón. Y esa paz es el resultado de la reconciliación con Jesús. ¿Cómo sucede eso? Simple: reconoce que estás lejos de Dios, y dile que deseas regresar a sus brazos. En ese momento, Dios envía todos sus ejércitos celestiales, para traerte de regreso.

Pero, ahí no termina todo; necesitas, también, de la iglesia. ¿Para qué? Para crecer. Conviviendo con los otros cristianos, puedes crecer y permanecer hasta el fin. Es allí donde conviven los reconciliados con Cristo. La iglesia no es una comunidad de gente perfecta, sino de personas que están andando la vida cristiana, y son conscientes de que les falta mucho terreno por recorrer. En ese andar, deben aprender a perdonarse, a aceptarse y a comprenderse los unos a los otros; deben desarrollar la paciencia, y la capacidad de no juzgarse entre sí.

Pero, al concurrir a la iglesia, los cristianos corren un peligro: apartarse de las personas que no comulgan con su fe; aislarse de los "mundanos".

El plan divino no es que los cristianos vivan en aislamiento, por eso, y para tener vida plena, es necesaria una misión. Para cumplirla, debemos cultivar una amistad sincera con las personas que no son de nuestra fe.

Haz de este día un día de amistad con las personas. Muéstrales a Jesús en tu vida, porque el Señor oró, al Padre: "No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

martes, 22 de noviembre de 2011

VIDA ABUNDANTE

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Juan 10:10.

¿A qué se refería Jesús cuando habló de vida abundante? ¡Vida abundant! ¿Entiendes? Algunos cristianos sinceros, queriendo hacer lo mejor, viven vidas angustiadas. La única preocupación que los domina es la de no pecar.

¿Cómo sería si un hijo viviese únicamente pensando que, si hace algo incorrecto, el padre lo va a castigar? Ningún padre quisiera tener ese tipo de relación con su hijo. Sucede lo mismo con Dios: desea que vivas, con él, una experiencia maravillosa de amor, y no con miedo de ser destruido si te portas mal.

El buen comportamiento y la buena conducta son resultados del vivir una experiencia diaria de comunión y de amistad con Jesús: andando, comiendo, estudiando, trabajando, enamorando; en fin... Pero, siempre con la conciencia de que Jesús está contigo por donde quiera que vayas.

Ese tipo de vida es una vida con propósito: una vida llena de expectativas y de posibilidades futuras, alimentada por relaciones sociales saludables, disfrutando de buena salud, etc. Es la vida que tú recibes como un regalo divino.

Pero, desear la vida abundante encierra un peligro: muchos se pierden en los campos abiertos y sin límites del humanismo. Pregonan la libertad, pero caen en las garras del libertinaje. El versículo de hoy dice que "el ladrón viene a robar" ¿Quién es el ladrón? Sin duda es el enemigo de las almas. ¿Y por qué Jesús lo presenta como "el ladrón"? Porque viene a robar; no viene a asaltar.
El asalto demanda fuerza; el enemigo viene a robar. Su principal arma es el engaño; te hace creer que el camino que sigues te lleva a la vida, cuando en realidad te conduce a la muerte. Te susurra que, para vivir la vida abundante, no necesitas de reglas, y te lleva al desierto incandescente de tus deseos. Allí no hay límites; tus ojos se pierden en el horizonte sin fin. Pero, tampoco hay vida: el desierto es tierra de chacales, de escorpiones y de muerte.

Hoy puede ser un día de verdadera libertad. Alza los ojos hacia la cruz; deja de mirar solo a la tierra. No te dejes arrastrar por la manera de pensar de una generación que solo vive para agradar a los sentidos. Haz de Jesús tu compañero de cada hora, porque él dijo: "El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

Jovanny R. Vega A.

jueves, 17 de noviembre de 2011

LA SEÑAL

Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Lucas 2:11,12.

Elmer cree que nació para sufrir: en su opinión, el cristiano debe ser pobre y sufriente. Cristo lo fue; y si el Maestro no tuvo comodidades en la tierra, ¿por qué sus seguidores deberían tenerlas?

Se casó a los 22 años. Hoy, tiene dos hijos, y la familia pasa por necesidades extremas. La esposa deja a los niños en una guardería, y trabaja todo el día. Regresa por la noche cansada, y encuentra al esposo leyendo la Biblia, sin haberse tomado siquiera el trabajo de recoger a los niños. El dinero que Rosa trae no es suficiente para mantener a la familia.

Últimamente, el hogar de Elmer y Rosa se está deteriorado. Ya discuten la posibilidad de una separación. Pero él no la acepta, bajo el pretexto de que "esa no es la voluntad de Dios".

¿Cuál es la voluntad de Dios? ¿Que la familia sufra porque "Cristo sufrió"?

Cristo es el nombre de Jesús que expresa su misión redentora. Cristo no nació para vivir: vino a morir. Nació bajo la sombra de la cruz, vivió a la sombra de la cruz y fue clavado en la cruz.

El texto de hoy menciona que la señal de que Jesús era el Cristo sería encontrarlo "envuelto en pañales, acostado en un pesebre".

Pobreza, sufrimiento, limitaciones: todo eso lo acompañó a lo largo de su existencia. Fue perseguido; huyó a una tierra extranjera para salvar su vida; las zorras tenían cuevas y los pajarillos nidos, pero él nunca tuvo dónde reclinar la cabeza.

Todo eso ¿con qué objetivo? Para que tú vivas la vida abundante. Su pobreza es tu riqueza; sus limitaciones, tu abundancia; su muerte, tu vida.

Nadie tiene el derecho de vivir una vida sin ambiciones, alegando que Cristo fue pobre: la pobreza es una de las consecuencias que el pecado trajo a este mundo. Por lo tanto, mientras exista el pecado, existirá la pobreza. Pero, Jesús vino a liberarnos de la mediocridad y el conformismo; vino a liberarnos de la ignorancia y de la miseria. La salvación que él ofrece no tiene solo que ver con la vida eterna, que recibirás en ocasión de su retorno triunfante a este mundo, sino también con una vida de prosperidad en esta tierra.

Con Cristo, las cosas eran diferentes. Él vino a sufrir y a morir; era la única forma de salvarte. Por eso, dijo el ángel: "Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón


lunes, 14 de noviembre de 2011

MUCHO MÁS, AHORA

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Romanos 5:10.

El tema de la gracia jamás será entendido del todo por la limitada mente humana. ¿Cómo entender que el Dios todopoderoso, Creador del cielo y la tierra, se haya hecho hombre, y viniera a morir en la cruz del Calvario, para salvar al ser humano? Pasarán siglos. En la eternidad, estudiaremos este asunto, y jamás lo entenderemos. Por eso, Dios ilustró la gracia en la muerte del cordero: un animal inocente, que no tenía culpa, era llevado al altar, y era sacrificado con el fin de que el pecador recibiese el perdón.


Cuando las manos del pecador se extendían, con el cuchillo empuñado, en dirección de la garganta del animalito; al contemplar a aquel inocente ser, que moría sin dar un gemido, el pecador podía tener una leve idea de lo que Jesús haría por él, en la Cruz.

Los judíos creen que la interpretación cristiana de Isaías 53 es una inmoralidad. Esta posición parece demasiado dura, pero ellos explican: "Que un hombre malo muera por sus delitos, eso es justo y moral; pero, que un ser bueno, que no le hizo mal a nadie, muera por los delitos de los pecadores, eso es inmoral".

Tal vez sí; desde el punto de vista humano, con toda seguridad. Pero, Dios muestra su amor, para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Difícilmente alguien moriría por un amigo: ¡imagínate morir por un enemigo! Nosotros éramos enemigos de Dios y, sin embargo, el Señor Jesús entregó su vida por nosotros.

La eternidad no será suficiente para cantar loores de gratitud a Dios, por el don maravilloso de Jesucristo. Él ve, en ti, un potencial que nadie es capaz de discernir. Te acepta como eres, pero te ve como lo que, un día, transformado por su amor, llegarás a ser.

La base para esa confianza es el versículo de hoy: si Jesús te amó y se entregó por ti cuando vagabas en terreno enemigo, ¡mucho más ahora, que eres parte de su Reino! Él te tomará de la mano, y te guiará a los pastos verdes y a las aguas tranquilas. Te conducirá de victoria en victoria, hasta la victoria final.

Con esa seguridad en tu corazón, enfrenta las luchas de este nuevo día, "porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

lunes, 7 de noviembre de 2011

¡BÚSCALO!

Pero cuando en su tribulación se convirtieron a Jehová Dios de Israel, y le buscaron, él fue hallado de ellos. 2 Crónicas 15:4.

La cerca de la posada en la que me hospedo me cuenta muchas historias, en su monotonía vertical. Me habla, en silencio, de mariposas que desaparecieron en el abismo, del otro lado de sus límites; me cuenta de la tragedia de ladronzuelos, que se quedaron con las carnes clavadas en las púas del alambre protector.


También, me muestra rosas silvestres, que trepan sus espinas aquí y allá. En fin, aquella cerca vieja me habla de libertad y de esclavitud; de vida y de muerte.


El pueblo de Israel parecía que ignoraba los "límites de la cerca"; si no los ignoraba, peor aún. La consecuencia fue terrible: ellos también, como las mariposas del hotel, desaparecieron en el abismo del anonimato; se hicieron polvo, en la arena de la historia. Historia de dolor, dispersión y sufrimiento.


Ellos también sintieron sus carnes heridas por las púas de la desobediencia, y se quedaron allí, gritando de dolor y suplicando por auxilio.


Y el Salvador apareció. "Cuando en su tribulación se convirtieron a Jehová Dios de Israel, y le buscaron, él fue hallado de ellos", dice el versículo de hoy.


¡Qué bueno es el Señor! Siempre está presente en la hora del dolor. Jamás se olvida del hijo rebelde. Israel pensaba que la cerca protectora de los eternos principios divinos era muro esclavizador; la descartaron de su vida; fueron más allá de sus límites, en busca de libertad y de realización.


La vida tiene muchas cercas; vives rodeado de ellas. Respetarlas es vivir: el resplandor, del otro lado, es mero espejismo, brillo seductor, aurora boreal engañosa. Conozco historias tristes, de gente que saltó la cerca, en busca de nuevas sensaciones. Como Israel, hoy claman de dolor, atrapados en las garras de su búsqueda insensata.

Hoy, puede ser un día especial para rever la cerca. No la mires como las reglas de un Dios arbitrario; contémplalas como el marco protector de tu vida. Y parte, para la lucha de esta nueva jornada, recordando que: "Cuando en su tribulación se convirtieron a Jehová Dios de Israel, y le buscaron, él fue hallado de ellos".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

miércoles, 2 de noviembre de 2011

NO QUISISTE

¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! Mateo 23:37.

Dios es un Dios de comunidad. La propia esencia de su ser lo muestra: Padre, Hijo y Espíritu Santo, en una unidad indivisible, de un único Dios eterno.

Ese Dios creó al ser humano por amor. Primero, a Adán. Y, al verlo solo, declaró: "No es bueno que el hombre esté solo". Realmente no es bueno; desde ningún punto de vista. El ser humano no fue creado para vivir aislado de las otras personas. Por eso, Dios les dijo: "Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra". Dios quería tener, en esta tierra, un pueblo peculiar y especial, que viviera unido. El factor de su unidad sería el propio Dios. Desdichadamente, el ser humano se apartó del Señor, y el resultado fue la fragmentación: empezaron las acusaciones, las agresiones y la división.

La historia bíblica muestra que cada vez que los seres humanos volvían los ojos a Dios, se unían; y, cuando se apartaban de él, se dividían. Sucedió con Caín: se alejó, fue a un lugar distante, se apartó. El pecado lo llevó a aislarse.

Pasaron los años. Vino el diluvio. Una familia se unió. El elemento de unión era Dios. Podrían haber sido muchos más los que se unieran, pero no buscaron a Dios. La comunidad de Dios nunca está cerrada; no es exclusivista, no hace diferencia entre los seres humanos. Basta creer.

Después del diluvio, los seres humanos trataron de formar una comunidad. En lugar de tener, como elemento de unidad, a Dios, escogieron colocarse en contra de Dios. ¿Cuál fue el resultado? Confusión, desorden y fracaso. Así terminó la historia, en Babel.

Por más bien intencionados que sean los planes de unidad del ser humano, si no tienen a Cristo como el centro, están condenados al fracaso. El ser humano natural es egoísta; quiere todo para sí. Y, aún cuando sus planes parezcan bellos por fuera, traen por dentro la mancha miserable del egoísmo, que lo arruma todo.

Si te sientes solo, distante, triste y aislado, revisa tu relación con Cristo. Si intentas unir a un grupo y, por más que te esfuerzas, nada logras, analiza la relación del grupo con Cristo. Solo él puede unir los corazones; la parte humana es aceptar. Recuerda el lamento de Jesús: "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!"

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

Jovanny R. Vega A.

martes, 1 de noviembre de 2011

JUSTICIA PROPIA

Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios. Romanos 10:3.

Uno de los peligros que los cristianos corremos es pensar que Dios está preocupado solo con el hecho de que nos portemos bien y practiquemos obras justas. Claro que a Dios le gusta ver obras de justicia en la vida de sus hijos; pero como un resultado, y no como la causa. Tú no eres justo porque practicas obras justas: tú realizas obras justas porque eres justo. Lo primero que debes hacer, en la vida cristiana, es ir a Jesús, y no tratar de fabricar tu propia justicia.


La justicia humana es trapo de inmundicia para Dios. ¿Por qué? Porque es solo apariencia. Ese era el problema de los fariseos en el tiempo de Cristo: se esforzaban por ser buenos, pero solo por fuera; en el fondo, no pasaban de ser gente pecadora. Y Jesús los llamó sepulcros blanqueados: blancos por fuera, pero hueso y carne putrefacta, por dentro.

Con el fin de ser un buen cristiano, no basta hacer cosas buenas o justas: es necesario ser justo. Y se es justo solo cuando se vive una vida de comunión diaria con la Persona justicia, que es Jesús.


La línea divisoria es tenue, casi imperceptible. Y existen dos extremos terribles: el primero, es el de pensar que relacionándote con Cristo tu salvación está garantizada, y no tienes que preocuparte por las buenas obras. El otro extremo es el de pensar que, sin obras, no hay cómo probar que eres un cristiano, y olvidándote de Jesús correr la carrera sin sentido, en busca de buenas obras.


Al fin de cuentas, ¿cómo saber que realmente confías en Jesús y que tus buenas obras son fruto de tu relación con él? Es fácil. Existe un termómetro que solo Dios y tú conocen; nadie más lo puede ver: ese termómetro es la cantidad de tiempo que pasas diariamente con Jesús, en oración, estudio de la Biblia y meditación.


Cada vez que te arrodillas antes de salir para el trabajo, estás expresando a Jesús, sin palabras, pero con tu actitud, lo siguiente: "¿Sabes por qué estoy aquí, arrodillado? Porque sin ti no puedo hacer nada". Y cada vez que partes sin pasar tiempo con Dios, le estás diciendo lo contrario.

Haz de este un día de comunión. "Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

Jovanny R. Vega A.