viernes, 28 de octubre de 2011

DIOS ES EL QUE JUSTIFICA

¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. Romanos 8:33.

El otro día, recibí la carta desesperada de una persona atormentada por los errores del pasado. Creía que no tenía derecho a ser feliz. Esa intranquilidad interior se manifestaba en un temperamento agresivo e impaciente, y estaba creándole problemas familiares. La esposa le había perdido el divorcio, y el hijo mayor había abandonado el hogar.

Vamos a analizar la palabra "justificados". Literalmente, este vocablo denota la idea de "ser hecho, o ser declarado, justo". Antes de ser justificados, éramos injustos, enemigos de Dios. Corríamos detrás de los placeres de la carne. No nos importaba lo que Dios sentía o pensaba; vivíamos como si Dios no existiese, aunque no tuviésemos conciencia de ello.

En consecuencia, el sentimiento de culpa nos acusaba día y noche. Pero, al ser justificados, somos perdonados, aceptos por Dios, reconciliados, restaurados a la relación de amor con Dios que habíamos perdido por causa del pecado.

¿Y cuál es el resultado? Tenemos paz con Dios. ¿Por qué tenemos paz? Porque el pecado nos había hecho culpables, y vivíamos desesperados. En realidad, lo que nos pone en guerra con Dios es el pecado; la justificación retira la culpabilidad del pecado y, quitado ese obstáculo, deviene la paz.

No hay nada más importante, para una persona, que tener paz con Dios: tú puedes tener todo el éxito del mundo pero, si no estás en paz con Dios, de nada te vale. Tu corazón siempre estará vacío, y correrás de un lado al otro tratando de llenarlo con cosas minúsculas y pasajeras, que solo te dejarán el sabor amargo de la frustración.

Hoy es un nuevo día. ¡Reconcilíate con Dios! Todo lo que necesitas hacer es reconocer que no puedes encontrar la salida por tus propias fuerzas. Enseguida, dile a Dios que reconoces su poder y que sabes que él puede rescatarte del abismo en que te encuentras. Y, finalmente, corre a los brazos de Jesús, confiésale tus errores y acepta su maravillosa gracia.

Sal a enfrentar tus deberes en este día. Y no vivas atormentado por el pasado, porque "¿quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

lunes, 24 de octubre de 2011

USA BIEN EL TIEMPO



 

Aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Efesios 5:16.

Jugaba con el tiempo; mejor dicho, creía que tenía mucho tiempo. A fin de cuentas, era joven. Cuando se viven los albores de la juventud, se tiene la impresión de que el tiempo no pasa; que la tarea incumplida de hoy puede ser hecha mañana.


El tiempo fue pasando. Imperceptible, lento... Como una tortuga que, en su parsimoniosa terquedad, devora millas; como pasan las nubes por el cielo azul, sin que nadie las note; como las mañanas y las tardes se van, anónimas y desconocidas.


Un día, se miró al espejo, y notó arrugas en su rostro y cabellos blancos en su cabeza. Había un aire de fracaso en su nostálgica mirada. Intentó sonreír, y su sonrisa le pareció la careta burlona del tiempo que se iba, agitando la mano en el aire. Y tuvo miedo. Pero, ya era tarde: no había más sol en su vida; el crepúsculo le decía que la noche había llegado. Y volvió a tener miedo. Y lloró mucho. Pero, el tiempo se había marchado, y las sombras lo asustaban.


Es frente a un cuadro como este que el apóstol Pablo dice a los efesios que aprovechen el tiempo.


El verbo griego, traducido como "aprovechar" en el versículo de hoy, es exagoraxo que, literalmente; significa redimir o "pagar para tener de nuevo algo que ya está perdido". Pablo utiliza mucho el verbo redimir, para referirse a lo que Jesús hizo en la cruz del Calvario por la humanidad.


Tú ya estabas perdido, en poder del enemigo, y Cristo pagó el precio para tenerte nuevamente. ¿Por qué? ¡Porque eres muy valioso!, eres vida, gente.


Pero ¿qué tiene que ver la redención con el tiempo? ¿Por qué habría de pagarse por el tiempo perdido? Para traerlo de vuelta; para rescatarlo y aprovecharlo mejor. Porque el tiempo es vida: sin tiempo no hay vida; perder el tiempo es perder la vida.


El precio para rescatar el tiempo perdido es el esfuerzo, la diligencia y el trabajo. Sin estas tres virtudes, no hay éxito. Y el mensaje del texto de hoy es que, aunque por los desatinos de la juventud el tiempo se fue, con Jesús es posible traerlo de vuelta, rescatarlo, redimirlo.

¿Cómo? Al vivir con Jesús y cultivar un compañerismo diario con él. Al permitir que él viva en ti y dirija tus pasos, tú eres capaz de hacer, en cinco años, lo que no hiciste solo en toda tu vida.
Nunca es tarde con Jesús. Por eso, hoy, toma seriamente el consejo de Pablo: "Aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

viernes, 21 de octubre de 2011

SE ESCONDIERON

Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Génesis 3:8.


Martín era otra persona. El hombre que salía todos los días, por la mañana, a correr oyendo música; el vecino educado, que saludaba a todos; el jefe atento, que siempre tenía una palabra de ánimo para sus empleados; el padre afectuoso; el marido cariñoso, ya no existía más.
 
En su lugar, apareció un hombre solitario, cerrado, triste... Nadie entendía lo que pasaba, ningún miembro de la familia, ningún empleado en el trabajo, ningún vecino; nadie. Solo él.

La noticia explotaría en cualquier momento; era solo cuestión de días: ella había jurado hacer un escándalo frente a la casa de su familia, si él no reconocía al hijo que tuvo con ella. Si las amenazas se hicieran realidad, todos sabrían la verdad. La ansiedad lo carcomía por dentro, como un violento cáncer. Su mente pasaba todo el día pensando en una solución, una salida, pero no la encontraba: sería demasiada la vergüenza. ¿Qué hacer?

Pensó en huir; pidió ser transferido en el trabajo; pensó en quitarse la vida. Llegó, incluso, a considerar cometer un asesinato. Y, en esa búsqueda insana de una solución humana, dejó de vivir, sin nunca haber muerto.

Eso es lo que hace el pecado: te quita la vida sin matarte. El sentimiento de culpa es una de las más poderosas fuerzas de la mente humana: hiere, paraliza, destruye. En el caso de Martín, lo llevó a la desesperación. En el caso de Adán y de Eva, los llevó a esconderse de la presencia de Dios.

El sentimiento de culpa, que te lleva lejos de Dios, es la peor consecuencia del pecado. Y el enemigo aprovecha para susurrarte al oído: ¡Huye, huye mientras estás a tiempo; porque lo que tú hiciste no tiene perdón! ¡Mira lo que hiciste!

El texto de hoy muestra dos verdades: la primera es que el sentimiento de culpa lleva al ser humano lejos de Dios. La otra verdad es que, por más que el ser humano huya, ¡Dios va detrás de él! Y no existe lugar, en este universo, a donde puedas esconderte de tu Padre, que llega a ti diciendo: "Hijo, ¿dónde estás? Vuelve a mí, porque yo te amo. Soy tu padre; te doy mi perdón cuantas veces lo necesites".

Hoy, al comenzar un nuevo día, procura oír la voz de Dios, y aprende la lección de lo que les sucedió a Adán y Eva, quienes "oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

jueves, 20 de octubre de 2011

CON TODAS TUS FUERZAS


Y amarás a Jehová tu Dios, de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Deuteronomio 6:5.


El problema, para entender correctamente este versículo, es el hecho de que vivimos en días en que prácticamente se ha vulgarizado la palabra amor, tal vez, por lo limitado de los idiomas latinos. En estos idiomas, se "ama" a todo: la comida, al perrito, a la esposa, a Dios, a la iglesia, la profesión, en fin... No existen varias palabras para definir o diferenciar el amor por una u otra cosa. Pero, en el griego y el hebreo, no sucede lo mismo.

En este versículo, por ejemplo, en el original hebreo la palabra "amor" es ahab, que refiere a un amor consciente, con propósito; un amor racional. No es solo un amor sentimental, sino un amor responsable; un amor que tiene que ser así, no puede ser de otra forma. Es un amor que existe porque la mente dice que eso es lo correcto, aunque para eso sea necesario la renuncia, la entrega y el sacrificio.

Este tipo de amor no es fácil de ser entendido. Desdichadamente, el amor, como principio, se ha transformado apenas en amor romántico, de poesía y de música, desprovisto de acciones y hasta de lógica.

Dios espera de su pueblo un amor completo: con la mente, con el cuerpo, con el ser entero; no un amor dividido ni a medias. Cuando el ser humano trata de amar a medias, se divide a sí mismo, y eso lo vuelve infeliz. Para que algo te satisfaga, tienes que hacerlo con tu ser entero; de otro modo, corres el riesgo de hacerte infeliz, incompleto y vacío.

Pero, la voluntad de Dios es más grande, todavía: él espera que un amor así lleve al ser humano a amar, también, a su prójimo, es decir, a las otras personas, del mismo modo que ama a Dios.

¿Solo porque es una orden? No: los consejos divinos tienen, como propósito, hacerte feliz.
 
Es de lamentar que, para entender algo tan simple, muchas veces sea necesario sufrir y llegar a la desesperación. Pero, finalmente, es por medio del dolor que llegamos a nacer del Espíritu; y solo entonces el amor auténtico, verdadero y genuino se manifiesta, en la vida, como un fruto.

Con esto en mente, comienza el día recordando: "Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

miércoles, 19 de octubre de 2011

LO CORTARÁS

 
Y sí diere fruto, bien; y si no, la cortarás después. Lucas 13:9.
Joelma es una joven que nació y creció en la iglesia. Últimamente, ella solo habla del amor de Dios; canta y se emociona, mientras sus labios entonan himnos de alabanza. Cualquiera que la viese cantando, emocionada, pensaría que es una cristiana maravillosa. Solo tiene un problema: vive con una persona casada, y cree que el amor de Dios "cubrirá la multitud de sus errores".

Pero, el versículo de hoy habla de "cortar". ¿A qué se refiere Jesús? La vida cristiana es una experiencia diaria de amor con Cristo; pero, el amor no disculpa la negligencia espiritual. Dios se agrada cuando un hijo suyo lleva mucho fruto porque, aunque el propósito final del fruto es glorificar a Dios, es imposible ignorar el sentimiento de realización, de paz y de felicidad que inunda el corazón de una persona que vive en comunión con Dios y que, como resultado, produce frutos buenos.

Por otro lado, es triste ver cristianos que durante años conocen el evangelio, la teoría, la doctrina, pero no pasan de allí: son grandes intelectuales de la fe, pero los frutos están ausentes en su experiencia.

¿Cuál será el resultado final?: "Lo cortarás después", es la respuesta. La expresión "después" es instructiva: que nadie se atreva a cortar lo que parece cizaña ahora; deja que el trigo y la cizaña crezcan juntos; "lo cortarás después". ¿Cuándo? Cuando el Señor Jesús vuelva a la tierra, y él, que todo lo sabe y que tiene la capacidad de ver lo que hay dentro del corazón, echará la paja al fuego.

Hoy es el día de buena nueva. Jesús quiere entrar en tu corazón en este momento; desea vivir una experiencia de comunión contigo. No existe cristianismo sin Cristo. No permitas que el bullicio de este mundo te cautive, al punto de que no te quede tiempo para Dios.
 
No te dejes absorber por la competitividad, por el consumismo y por la banalidad de este mundo. No limites tu experiencia cristiana a ir una o dos veces por semana a la iglesia. Deja que el Espíritu Santo controle tu vida, que la llene de frutos, y te dé paz para mirar hacia el futuro sin temor. Pero, recuerda: "Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

martes, 18 de octubre de 2011

EL SECRETO DE LA VIDA

Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos. Yo Jehová. Levítico 18:5.

Alvaro anda perdido, en la floresta de sus fracasos. Son varios; muchos, para su corta existencia. Se da cuenta de que la victoria está allí: esa victoria, hasta ahora solo soñada, apenas deseada, pero inalcanzable, estaba allí. La tiene en la punta de los dedos, y se pregunta, ansioso: "¿Qué me falta?"

El texto de hoy es la respuesta: Álvaro no guarda las instrucciones divinas. "Guardar", en el original hebreo, es shamar, que literalmente significa seguir, cumplir, obedecer: este es el secreto de una vida victoriosa.
 
Dios no te creó y te dejó, flotando, en el universo para que, solo, por tus propios medios, trates de ser alguien realizado y victorioso; no. Al crearte, te dio el manual de instrucciones para una vida feliz. Ese manual es la Biblia. Y, en el tiempo de Israel, Dios recomendó a su pueblo: "Guardarás mis instrucciones, y vivirás".

La enseñanza continúa valiendo para nuestros días: no hay manera de alcanzar el puerto soñado de la realización sin obedecer las pautas divinas.

La Biblia no es una colección de prohibiciones, como algunos piensan; tampoco es un libro antiguo, que servía para gente de otros tiempos: sus enseñanzas son actuales, y se adaptan al ser humano de todas las generaciones. Es una carta de amor, que Dios te dejó para mostrarte el camino que te lleva hacia una vida feliz.

Millones han tratado de ser felices con sus propios métodos, sin Dios y sin instrucciones; han alcanzado fama, dinero y poder. Pero, eso no es felicidad; eso no realiza ni satisface al ser humano. Solo en Jesús la persona es completa; solo en él, la nada se hace todo.

Y, como si esto fuese poco, el versículo de hoy termina con la firma del propio Dios: "Yo Jehová", dice, para garantizar la solidez de su promesa.

¿Puedes dudar de una promesa al pie de la cual Dios pone en juego su propio Nombre? Abre los ojos a las instrucciones divinas; atesóralas en tu corazón; sigúelas. Y, con toda seguridad, vivirás.
 
Porque Dios declaró: "Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos. Yo Jehová".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

lunes, 17 de octubre de 2011

¿PARA QUÉ SIRVEN LOS FRUTOS?


En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. Juan 15:8.

Pastor, no entiendo lo que sucede conmigo -me decía el otro día un joven-. Todos tienen buenos frutos que presentar, menos yo: no puedo probar que soy cristiano.
El versículo de hoy muestra el propósito de los frutos en la vida del cristiano: el propósito no es probar que somos "sus discípulos"; si pensamos de ese modo, corremos el peligro de buscar a Jesús con la intención de producir buenos frutos. En este caso, buscar a Jesús se vuelve un medio, y los frutos se transforman en el fin. Entonces, buscamos a Jesús por motivos egoístas. Y este es un terreno pantanoso, que muchos cristianos no perciben.
Buscar a Jesús no es el medio para alcanzar algo: es el fin, el objetivo, de todo. La vida sin Cristo no tiene sentido: él es el principio, el medio y el fin. Los frutos son el resultado natural del compañerismo diario con Cristo, y sirven para glorificar a Dios, no para alimentar el ego del cristiano ni para que los demás digan: "Mira qué cristiano maravilloso es aquel hombre".
Es esto lo que menciona Jesús, en el versículo de hoy. Y lo dijo, también, de otra manera: "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos".
"Glorificar al Padre": esta es la razón de ser de los frutos del Espíritu. Pero, en el cielo, Lucifer deseó la gloria para sí. Y hoy hace todo lo que puede con el fin de que los cristianos se confundan, y quieran producir buenos frutos, con idea de "probar" que son cristianos y ser glorificados, cuando la única motivación correcta para buscar a Jesús es reconocerlo como el Señor de nuestra vida, y devolverle la gloria que solo pertenece a él.
Haz de este un día de gloria a Dios. Tómate de la mano de Jesús; camina con él; permítele participar de tus sentimientos, pensamientos y acciones. Recuerda que Jesús es la Vid, y tú eres el pámpano: no tienes vida propia; tu vida depende de Dios. Si tu vida es una vida de comunión permanente con él, los frutos aparecerán; verdes, al principio, sin mucha hermosura, pero auténticos.
Por eso, recuerda: "En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

viernes, 14 de octubre de 2011

EL ESPÍRITU GUÍA


Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. Juan 16:13.
Aquí, el Señor Jesús habla acerca de la venida del Espíritu Santo. Dice que, cuando él viniere, nos guiará a la verdad. Este es uno de los trabajos del Espíritu: enseñar y guiar a la verdad. La acción de guiar en la verdad tiene dos aspectos. Primero, te convence. Nadie puede convencer al ser humano acerca de la verdad, a no ser el Espíritu Santo. Las personas que no aceptan la divinidad del Espíritu Santo tienen dificultades para entender la verdad. Tú puedes amontonar delante de tus ojos una montaña de pruebas y de evidencias pero, simplemente, no entiendes. ¿Cómo podrías? Solo el Espíritu convence.


La segunda acción del Espíritu es guiar. No se trata de algo teórico: de nada valdría entender la verdad, como teoría, si ella no se hace carne en nosotros. El Espíritu nos enseña, también, a vivir la verdad.


La palabra "verdad", en griego, es aleteia, que significa transparente, claro, que no está encerrado. Eso es vivir la verdad. El Espíritu nos lleva a vivir una vida clara, transparente, sin medias verdades o medias mentiras; una vida limpia, que no necesita esconderse ni disfrazarse.


La palabra "verdad", en el hebreo, confirma este concepto. En hebreo, es emeth, que significa seguro, sólido, firme, consistente. Una persona que fue guiada, por el Espíritu, hacia la verdad vive confiada, sin temores ni sobresaltos; no hay inseguridad en esa vida. La inseguridad está en la mentira, en la penumbra de las circunstancias, con miedo de ser descubierto y expuesto. Dios no desea esa vida para sus hijos; definitivamente, no.


Vivimos en un mundo en el cual la mentira produce espejismos casi difíciles de discernir. ¿Cuántas veces te han mentido? ¿Cuántas veces has mentido? ¿Cuántas veces has sido víctima de una injusticia, producto de una mentira? No te esfuerces por recordar: no te alcanzarían los dedos de las manos y de los pies, para contar las veces que has sufrido por causa de las mentiras.

Haz de este día un día de verdad. Entrégate al control del Espíritu; a fin de cuentas, nadie es veraz porque tienen autodisciplina: la verdad es un fruto del Espíritu. Recuerda que, "cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

miércoles, 12 de octubre de 2011

AMAR A LOS HIJOS DE DIOS

 
Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios [...]. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios y guardamos sus mandamientos. Pues éste es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos. 1 Juan 5:1-3.

El verdadero cristianismo trabaja de adentro hacia afuera. Es un manantial de agua pura, que desborda y lleva vida a quienes se relacionan con nosotros. No es institucional, sino personal. No se limita a no hacer cosas malas: es indispensable hacer cosas buenas. Esa es la idea del versículo de hoy.

Nota bien lo que dice San Juan: él habla de "todo aquel que ha nacido de Dios"; que ha sido convertido y se ha vuelto justo, porque se escondió en Cristo. ¿Cómo vive esa persona? Tiene dos características: guarda los mandamientos de Dios y ama a sus hermanos. No me voy a detener, hoy, en el aspecto de la obediencia; voy a mencionar la importancia de vivir en armonía con los hermanos y de amarlos.



Es una pena que este aspecto de la vida cristiana no es resaltado como debería. Pensamos que somos el pueblo de Dios, pero no damos la debida importancia a la unidad de la iglesia, basada en el amor a los hermanos. Por el contrario, a veces, por enfatizar un aspecto de la vida cristiana, herimos sin piedad a las demás personas. No puede ser así: si realmente nos hemos apoderado de la justicia de Cristo, es lógico que el fruto maravilloso del Espíritu aparezca en la vida.

Cuando digo "las demás personas o los otros hermanos", debo comenzar por mi hogar, con mi esposa, mis hijos y las personas que viven a mi lado. De nada vale ser justo y comprensivo con los otros, si soy injusto e intransigente con los míos.

Todo día es un renacer; y si el sol volvió a aparecer es porque Dios te ofrece una nueva oportunidad. Haz de este un día de amor hacia las personas, empezando por las que están más cerca de ti. Después, piensa en aquella persona que te parece desagradable y llámala por teléfono, para decirle que estás orando por ella. Orar por alguien es la mejor manera de llegar a amarla. Y no te olvides: "Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios [...]. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. Pues éste es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

lunes, 10 de octubre de 2011

ACEPTACIÓN


Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios. Romanos 15:7.


Lima, como toda gran ciudad, estaba congestionada y bulliciosa aquel día de diciembre; indiferente a las personas y a la vida. Sus estrechas calles, desgastadas de tantos pasos, no podían siquiera imaginar el dolor que embargaba las emociones del hombre cabizbajo, cargado de culpabilidad. Aquella figura anónima se deslizaba, inadvertida, por el jirón de la Unión, en dirección a la plaza San Martín.


Aquellas calles indiferentes respiraban un aire de Navidad. Mucho color y calor: color, gracias a los motivos navideños, y calor, terrible, del verano. El misterioso personaje escogió aquel palco, con la intención de protagonizar la última escena de su vida. La tragedia capital: se dio un tiro en la cabeza.


Creo que, cuando una persona decide poner fin a su existencia, es porque se siente ausente y ajena; como si no perteneciese a la vida. Como si, para ella, no hubiese lugar en este mundo.
Ser acepto es una de las necesidades básicas del ser humano; es lo que lo motiva a ser. Sentirse útil lo hace necesario. Por eso, Pablo aconseja: "Recibios los unos a los otros".


No dice "Recibid a los que os simpatizan o a quienes simpatizáis", sino a los otros: los otros son el prójimo; y el prójimo no tiene color, ni raza, ni idioma, ni personalidad ni carácter. Tu prójimo es, simplemente, aquel que está próximo a ti. No necesita agradarte; basta que esté a tu lado.


Esto no tiene nada que ver con la amistad. Al amigo, tú lo escoges; al prójimo, no. El consejo de Pablo no es aceptar al amigo, sino aceptar al prójimo.


La tendencia humana es escoger a quién aceptar; aislamos a las personas que no nos gustan. Formamos grupos cerrados, donde solo entran quienes saben descifrar el código establecido. Y muchos, como el insignificante ser humano que caminaba, anónimo, por las calles céntricas de Lima, son no solo dejados al olvido, sino rechazados, aislados e ignorados.


Haz, de este día, un día especial de aceptación de las personas que no conoces: saluda, en tu lugar de trabajo o en la escuela donde estudias, a las personas que no saludabas; sonríe a los tristes; comunícate. Extiende la mano al necesitado.
En fin... Sigue el consejo de Pablo: "Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

viernes, 7 de octubre de 2011

¿QUÉ ES LA FE?

Por medio dejas cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia. 2 Pedro 1:4.

Pedro es joven y apuesto. Hijo de una buena familia, tiene todo lo que un joven, a su edad, necesita: casa, estudio, auto, amigos, libertad. Sus padres son de aquellos que confian en el hijo hasta el punto de dejarlo libre los fines de semana,

Él sale cada sábado de noche con una chica diferente. En las fiestas, es el centro de las atenciones, el más conversador, el sueño de las chicas. Lo que nadie sabe es que Miguel lucha contra tendencias hornosexuales.

Él no quiere ser así; sabe que esa no es la voluntad de Dios. Miguel dice ser cristiano. Otro caso Claudio es casado, y tiene dos hijos. Es respetado y admirado cosa trabajo, sus hijos se sienten orgullosos de el su esposa sonríe de alegría por tener un esposo como él, Por donde Claudio va, las personas lo rodean y lo abrazan: es el fiel retrato del éxito.

Pero, ese retrato no muestra a Claudio en la oscura madrugada. Amparado por las sombras, se transforma en un surfista de las ondas de Internet: esas ondas lo llevan a sitios pornográficos: es un enviciado. Y, no obstante, es un líder religioso

¿Cuál es la semejanza entre Claudio y Pedro? ¿La vida paralela? ¿La intención de esconderse? ¿La vida en la penumbra? Puede ser. Pero, el versículo de hoy habla de una promesa: esta promesa es la que une a Claudio, a Pedro,a ti ya mí. La promesa es: tú puedes ser participe de la naturaleza de Cristo, y libre de las corrupciones de este mundo. ¿Podemos lograrlo? Si preguntásemos a Claudio ya Pedro, dirían: ;No veo cómo! ;Ya lo intenté, ya luché, ya lloré; pasé noches en oración, ayuné. Y continúo siendo un pobre pecador!

El verbo "dar", en el versículo de hoy, proviene del griego dedoremi. Es usado para destacar que recibes sin merecer,sin tener el derecho. Ser compañero de Cristo, y libre, es algo que no merecemos: lo recibimos solo porque lo aceptamos. Aceptares ejercer fe! Claudio, Pedro, tú y yo: él nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegásemos a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo.

jueves, 6 de octubre de 2011

SIMPLEMENTE, VE Y VENCE

Ahora sea notorio al rey, que si aquella ciudad fuere reedificada, y los muros fueren levantados, no pagarán tributo, impuesto y rentas, y el erario de los reyes será menoscabado. Esdras 4:13.
¡Exactamente ahora, que las cosas comenzaban a encajarse y que todo parecía ir bien, tenía que suceder! Ana Beatriz era una batalladora, que se levantaba temprano, a fin de dejar todo listo para los hijos y salir a trabajar. Luchaba movida por el sueño de ver a sus hijos graduados. Abandonada por el esposo, hacía las veces de padre y de madre de dos lindos niños. Por eso, la noticia no podría ser peor.

Después de mucho tiempo, cambiando constantemente de empleo, ahora trabajaba en una gran empresa, y progresaba en el aspecto profesional. Todos la apreciaban, desde los empleados más llanos hasta la Administración. Era un ejemplo de lucha, y no conocía la palabra desánimo. Pero, en ese momento las cosas eran diferentes. El diagnóstico era terrible: cáncer. Sumergida en lágrimas, se preguntaba: ¿Por qué ahora?

El pueblo de Israel pasaba por la misma situación. Después de setenta años de esclavitud, lejos de casa, era hora de volver. Ellos no solo tenían el permiso del Rey sino también su apoyo financiero, para ejecutar la obra. Había alegría entre el pueblo, y música en los corazones. Las personas se abrazaban y cantaban por la victoria alcanzada. Pero de repente, el cielo se volvió oscuro.

Los pueblos de aquella región vieron la alegría del pueblo, y acabaron con ella. Escribieron una carta al rey, acusando a Israel de rebeldía y de sedición. Y el rey les creyó.

¿Qué relación tiene eso contigo? Estás comenzando un nuevo día, y probablemente tienes mucho que hacer, luchas que enfrentar, victorias que conquistar. El enemigo sabe de eso, y hará lo que pueda por lanzar agua helada sobre todo tu entusiasmo: puede ser una enfermedad inesperada, una mentira maliciosa, la pérdida del empleo o el término de una relación amorosa; no lo sé. La verdad es que el enemigo quiere desanimarte, destruirte y arrojarte al piso.

Hoy, al salir de casa, sal con la seguridad de que, aunque el enemigo te asecha, Dios tiene poder para protegerte. Levántate, y sal de tu casa con la seguridad de la victoria en Cristo. No te asustes por causa de las mentiras que inventen respecto de ti: "Ahora sea notorio al rey, que si aquella ciudad fuere reedificada, y los muros fueren levantados, no pagarán tributo, impuesto y rentas, y el erario de los reyes será menoscabado".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

miércoles, 5 de octubre de 2011

El mensaje de la cruz vacía

Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a este crucificado. ( 1 Corintios 2:2)

Desde mi ventana miro el césped seco de Brasilia, y pienso: ¨ Otra vez se murió el césped ¨.- La meseta sobre la cual se levanta Brasilia tiene un clima ingrato.- De mayo a septiembre no cae una gota de agua, y la humedad del aire llega a límites alarmantes. Uno mira el césped y siente dolor. Se siente la impresión de que nunca volverá a renacer, de que esta definitivamente arrasando.

Entonces un amigo se acerca y me dice: ¨ Tú no conoces el césped de Brasilia. Espera a que caigan las primeras lluvias y, de donde pienses que ya no existe, renacerá el césped ¨.

Puede que te estés preguntando: ¨ Que tiene que ver conmigo el césped de Brasilia? ¨ Te respondo: ¨ Mucho, porque en el atardecer el año que se fue, tal vez quedo por allí un plan marchitado por el tiempo, o un sueño cubierto de polvo por las circunstancias. No importa, las primeras gotas de lluvia de un año nuevo están llegando, y de ahí, de donde parece que no hay nada mas, puede renacer la esperanza¨.

A lo largo de los años imagine muchas veces la cruz de Cristo. He pensado en ella de muchas formas. He visto y llevado a mucha gente a mirar al Salvador, que dio su vida para salvar a la humanidad. Hoy quiero desafiarte a mirar la cruz vacía .

¿Sabes por qué? Porque en la cruz, cuando Jesús murió, todo parecía perdido. Todo su trabajo parecía malogrado.
¿Donde estaba el fruto de su obra? ¿Donde estaban los resultados de su esfuerzo? Sus discípulos lo habían abandonado; todos sus sueños parecían haberse convertido en cenizas. ¿Te paso algo parecido alguna vez?

Entonces, mira la cruz ; obsérvala vacía, sin nadie. ¿Sabes qué quiere decir eso? Que puede acontecer una una aparente derrota. O puede parecerte que el mal está triunfando sobre las esperanzas y los sueños. O quizás te sientas triste, viendo como la obra a la cual le dedicaste toda tu vida parece caer a pedazos a tus pies.

La derrota es un hecho trágico y real. El fracaso puede ser doloroso y amargo.

¿Pero, por cuanto tiempo? Por hoy y mañana, tal vez. Sin embargo, al tercer día la tristeza se transformará en alegría, y la derrota en victoria; la muerte dará lugar a la vida.

Desde mi ventana veo el césped seco de Brasilia, y ya no me siento triste. Miro hacia arriba y no veo ni una sola nube anunciando lluvia, pero sé que la lluvia vendrá, como viene el mes de enero cada año. Y entonces la vida renacerá, los sueños reverdecerán y la tristeza huirá para dar lugar a la alegría.

Este es el mensaje de la cruz vacía y del césped seco de Brasilia.

Obtenido de Meditaciones Matinales para
Adultos, A solas con Jesús por el Pastor Alejandro Bullon.
Copyright 1998.