viernes, 28 de noviembre de 2014

ORA MÁS

28 de noviembre de 2014

Jehová está lejos de los malvados, pero escucha la oración de los justos.
Prov. 15:29. 

Juana volvía a casa después de una reunión donde me había oído hablar de la existencia, del poder y del amor maravilloso de Dios. Aquella noche, miles de personas fueron tocadas por el Espíritu Santo y muchas de ellas pasaron al frente aceptando a Jesús como su Salvador. Juana no. Era atea, no creía en Dios. Había ido a aquella reunión solo porque no tuvo el valor de rechazar la invitación de una amiga, a quien le debía algunos favores. 
 
Lo que nadie sabía es que aquella noche Juana había orado a Dios en su corazón. Lo había desafiado. Le dijo que si Dios era poderoso, podría hacer que su esposo, a quien no veía hacía más de 20 años, entrase en contacto con ella y ella creería en él. Cuando abrió la puerta de la casa, el teléfono sonó. Era el esposo. Juana contó este testimonio con Lágrimas en los ojos: "Yo sé que para Dios no hay imposibles", dijo. 
 
El Señor siempre escucha la oración del justo, afirma el proverbio de hoy. Siempre, no de vez en cuando. Siempre. No de la manera como tú deseas, pero siempre está listo a responder cuando tú le abres el corazón. 
 
Juana era atea. ¿Responde Dios la oración de alguien que no cree en él? Esas son cosas maravillosas de la fe. Para Dios no cuenta la manera como tú viviste. Para él solo cuenta el momento en que, arrepentido, tú reconoces tu situación y vuelves los ojos al Señor. 
 
"Jehová está lejos de los impíos", dice la primera parte del texto. Está "lejos", que en hebreo es râboq. En realidad, Dios no es el que está lejos de ellos, sino al revés. Los "impíos" son descritos en la Biblia como aquellos que menosprecian las enseñanzas divinas. Son los que se burlan o viven como si Dios no existiera. Con esa actitud, se apartan del Señor y, cuando en un momento de dificultad piden ayuda -porque hasta los más contumaces ateos claman a Dios en la hora de su muerte-, la oración de esas personas no llega al trono de la gracia. No es el arrepentimiento lo que los lleva a invocar el nombre de Dios. Es el miedo a las consecuencias del mal. 
 
Busca a Jesús en oración. Habla con él. Cuéntale tus luchas y tristezas. Cree que tu oración será respondida, porque "Jehová está lejos de los impíos; pero él oye la oración de los justos". 

Alejandro Bullón

jueves, 27 de noviembre de 2014

CÓMO SER FIEL Y RECTO

27 de noviembre de 2014

Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que estén conmigo; el que ande en el camino de la perfección, éste me servirá. Sal. 101:6. 
 
Martín Lutero decía que el Salmo 101 era un espejo para los magistrados. En este salmo el rey David menciona las características que él deseaba ver en las personas que formaban parte de su reino. 

 En el versículo 6, que es el texto para nuestra meditación de hoy, el salmista destaca dos características de los futuros herederos del reino: fidelidad y perfección, o rectitud. 
 
Al decir "el que ande en el camino de la perfección", David muestra que la experiencia de la rectitud, santidad, fidelidad, justicia o como tú quieras llamarla, es una experiencia dinámica. Andar es moverse, es dar un paso después de otro, es avanzar. Nadie anda para atrás, excepto un cangrejo. 
El crecimiento en Cristo lleva tiempo. El Espíritu Santo necesita un segundo para convertirte, pero una vida para enseñarte a andar. Al comienzo tú caes, resbalas. Con el tiempo y con los dolores, aprendes a ser cuidadoso y vigilante. Caer no hace a nadie un derrotado. Permanecer caído, sí. 
 
Es necesario ejercitar la paciencia. Al comienzo puede darte la impresión de que no avanzas, o que nunca lo conseguirás. En esos momentos, toma el brazo poderoso del Padre y cree en él. Dios nunca te dejará ni te abandonará. 
 
Cuando Dios dice que sus ojos buscarán a los fieles de la tierra, se está refiriendo a todos los sinceros hijos que, reconociendo su fragilidad, lo buscan a fin de recibir de él fuerzas para una vida de victoria. El resultado de esa búsqueda diaria es la rectitud y la fidelidad. No te atrevas a fabricar rectitud. Acéptala gratuitamente de Jesús. 
 
Si tratas de tener estas características sin la participación directa de Jesús, ciertamente caerás en el terreno del moralismo, alimentado por el orgullo y movido por el egoísmo. El moralismo no es cristianismo, en ningún caso. 
 
Haz de hoy un día de comunión con Jesús. Andando, comprando, vendiendo, trabajando o estudiando. Permite que Jesús participe de tu experiencia. Toma la mano poderosa del Salvador, porque él dice: "Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que estén conmigo; el que ande en el camino de la perfección, éste me servirá".

miércoles, 26 de noviembre de 2014

EXTIENDE LA MANO Y RESPETA

 

miércoles, 26 de noviembre de 2014

El que oprime al pobre afrenta a su Hacedor; pero el que tiene misericordia del pobre.
Prov. 14:31.
 
Se mide la grandeza de espíritu por la manera como se administra el poder y el dinero. Conocí a un hombre poderoso y rico que repentinamente perdió todo lo que tenía. La situación desesperada en que se encontraba lo motivó a leer la Biblia , después de ver mi programa de televisión, “El dinero me hizo soberbio. Me sentía un semi dios, dueño del mundo y de los que en él habitan —me dijo—. Si. hubiese conocido la Palabra de Dios, hubiera actuado de modo diferente”.
 
Cuando lo conocí comenzaba a levantarse otra vez en el mundo de los negocios. Esta vez con una actitud cristiana. Respetaba a sus trabajadores, los llamaba “mis colaboradores”, y los domingos preparaba un almuerzo especial para los pobres de la ciudad donde vivía.
 
La promesa que Dios presenta en el proverbio de hoy es que él honrará al que se compadece del necesitado. Somos canales a través de los cuales Dios quiere atender a aquellos que por algún motivo sufren. Si el canal está obstruido, Dios busca otro canal. Mientras el canal esté fluyendo limpiamente, Dios continuará bendiciendo a aquella persona.
 
Aunque este texto habla expresamente de los pobres y necesitados físicos, el mensaje se aplica también a las necesidades del alma. Las personas felices están siempre atentas y listas para ofrecer una palabra de ánimo al deprimido y un gesto de cariño y comprensión a los que atraviesan por el valle del sufrimiento.
 
El retorno es inmediato. No hay mejor bálsamo curador para las enfermedades del espíritu que extender la mano a quien necesita más que tú. La paz del espíritu y la satisfacción del deber cumplido, van juntas. Una es consecuencia de la otra.
 
Extiende la mano. Contempla a las personas como lo que son, frutos de la creación, reflejos de la misma imagen de Dios. Tratarlas con dignidad es tratarte a ti mismo con respeto. Esas personas pueden estar ahí, a tu alrededor, más cerca de lo que imaginas. Que Dios te prospere a lo largo de la jornada de este nuevo día. Evalúa tus relaciones humanas, porque “el que oprime al pobre afrenta a su Hacedor; pero el que tiene misericordia del pobre ”.
Alejandro Bullón

martes, 25 de noviembre de 2014

ELEVA TU ALMA

martes, 25 de noviembre de 2014



Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado; haz- me saber el camino por donde ande, porque a ti be elevado mi alma. Sal. 143:8.

Hay ocasiones en que tú te vas a dormir lleno de problemas, con la esperanza de que a la mañana siguiente, al salir el sol, su luz disipe tus pesares así como la oscuridad de la noche, para verte libre de las dificultades que te rodean.
 
David no era diferente a ti. Ninguno de los personajes famosos de la Biblia dejó de enfrentar circunstancias sofocantes. Detrás del final victorioso de muchos héroes es posible encontrar momentos de lágrimas, temor, desánimo y hasta la voluntad de desistir.
 
Si tú vives en un mundo marcado por el dolor y el sufrimiento, es claro que muchas veces éstos tocarán a la puerta de tu corazón. Las dificultades y los problemas son como las piedras en medio del camino. Es preciso retirarlas para poder continuar en dirección a los objetivos propuestos.

 En el caso de David, él no esperaba encontrar la solución por sí mismo. “En ti he confiado”, afirma el texto de hoy; y esa confianza lo llevaba a esperar que a la mañana siguiente Dios le daría la respuesta.
 
Siempre hay una salida para las circunstancias aparentemente insolubles. El secreto de la victoria es descubrir cuál es el camino. Por eso, el salmista suplica: “hazme saber el camino por donde ande”.
Este “mostrar” o “saber”, no es algo místico. No consiste en quedar parado en algún rincón de la vida, esperando una revelación “trascendental”. Si Dios quisiese hacer eso, podría hacerlo. Lo hizo algunas veces a lo largo de la historia, pero hoy tú tienes su Palabra escrita, y a través de ella, Dios está listo a mostrarte las salidas.
 
Nada está perdido cuando Jesús está en el control de tu vida. Si tú no derramaste lágrimas, ¿dónde estarían los prismas para que tu vida se torne un arco iris? No desistas. Abre la Biblia y busca las respuestas divinas para las dificultades en tu matrimonio, en la relación con tus hijos, en la vida financiera o profesional.
 
Hoy es la “mañana” que menciona el salmista. Escucha la voz de Dios y encara los desafíos de la vida con coraje y valor. Di como David: “Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado; hazme saber el camino por donde ande, porque a ti he elevado mi alma”.

lunes, 24 de noviembre de 2014

NO TE OLVIDES

lunes, 24 de noviembre de 2014
“Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza; mas no se apresure tu alma para destruirlo.”  Prov 19:18
 
El texto original hebreo no menciona la posibilidad de castigar el hijo al punto de matarlo. Al contrario, el mensaje es: “castiga a tu hijo mientras hay esperanzas, porque si no lo haces serás responsable por su muerte”. El verbo castigar, en hebreo yassér, incluye tanto la idea de instrucción como de reprensión. Mediante la instrucción tú plantas la semilla del conocimiento en la vida de tu hijo. A través de la reprensión, quitas las hierbas malas que aparecen espontáneamente.
 
Enseñar es una experiencia fascinante. En las últimas vacaciones viajé acompañado de mi nietita de un año y medio. Era impresionante verla repitiendo las palabras. Los tíos trataban de enseñarle algo nuevo, y ella se mostraba ávida de aprender. Personalmente me gusta enseñar. Es como si uno se dividiera en mil pedacitos para vivir en el corazón de las otras personas. Pero enseñar es tan solo la mitad del proceso educativo. La otra mitad, tan importante como la primera, es la reprensión, o el castigo, como lo llama la Biblia. Aquí no se habla necesariamente del castigo físico, aunque desde el punto de vista bíblico, tenga lugar en la educación. La idea del texto es llamar al niño al buen camino cuando, llevado por los instintos, se acerca peligrosamente al precipicio.
 
La tendencia moderna de excluir el castigo en la formación del niño es temeraria y puede ser fatal. ¿Qué harías tú si tu hijito se acercara al abismo? Dialogarías, ¿verdad? Correcto. Pero, ¿y si insiste? Continuarías dialogando. Muy bien. ¿Y si él continuara insistiendo en acercarse al precipicio? ¿Lo sacarías de allí? La vida está llena de precipicios y abismos morales, que no son solamente peligros físicos. Son peligros que tienen consecuencias eternas.
 
Por tanto, no te mantengas en silencio, no falles, no dejes de cumplir con tu deber. Disciplina, instruye y reprende. Muestra el camino y llama la atención cuando sea necesario. No es suficiente con ser padre. Tienes que disciplinar. Disciplinar es amar. Corregir es ser responsable. En esa tarea tú no estás solo. El Dios que te dio a tus hijos como un regalo de amor, sabrá orientarte en la educación de los mismos.  Que Dios te bendiga, y recuerda: “Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza; mas no se apresure tu alma para destruirlo”.