viernes, 9 de diciembre de 2011

SANTIFÍCALOS!

Y Jehová dijo a Moisés: Ve al pueblo, y santifícalos hoy y mañana; y laven sus vestidos. Éxodo 19:10.

Es un jueves de un mes cualquiera, de un tiempo que vuela, presuroso, hacia un mañana eterno, cuando escribo este devocional. En mi mesa de trabajo, en la computadora y en mi mente, muchas ideas buscan el ropaje adecuado para salir a la vida.

El versículo de hoy habla de santidad. El pueblo de Israel se alistaba para uno de los momentos más sublimes de su historia: el propio Dios escribiría, con su dedo, los eternos principios de su ley, en tablas de piedra. Y la orden que Moisés recibió fue: "Ve al pueblo y santifícalo".

Hay dos ideas básicas relacionadas con la santidad: la primera es la consagración de la existencia. Tú eres propiedad divina, comprado por la sangre de Cristo. Tu vida debe constituirse en el desarrollo de la voluntad de Dios, en todos los aspectos. Fuiste separado por Dios para un propósito especial, y no puedes vivir sin la conciencia de que estás en esta vida para cumplir una misión.

La otra, es la idea de la pureza. Dios es santo y, si deseas servirlo de forma aceptable, también debes ser santo. Los cristianos no pueden vivir ya más como lo hacían anteriormente, practicando el pecado; ni pueden permitir que los deseos que una vez motivaban sus vidas determinen el propósito de su existencia. Ambos, la conducta externa y los móviles íntimos del corazón, deben ser purificados por la gracia de Dios.

El poder de Dios y sus promesas garantizan, al cristiano, la posibilidad de pureza de corazón y de vida.

Hoy puede ser, en tu vida, un día de consagración y de pureza. Al transitar por los intrincados laberintos de la realidad humana, recuerda que eres especial, nacido con un propósito y comprado a un alto precio. No te dejes engañar por las luces de este mundo, que brillan y atraen: tú no naciste para vivir revoloteando alrededor de las luces artificiales y mezquinas de esta vida, sino para vivir al lado del Creador de todas las luces del mundo.
No pierdas la conciencia de tu santidad y de la pureza que deben orientar tus pasos.

Por eso, antes de iniciar tus actividades, recuerda lo que Dios indicó a Moisés: "Ve al pueblo, y santifícalos hoy y mañana; y laven sus vestidos".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

martes, 29 de noviembre de 2011

QUE TENGAS SALUD

Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. 3 Juan 2.

El versículo de hoy muestra que la vida tiene diferentes aspectos. No es solo una experiencia espiritual, ni apenas física o, tal vez, social: es todo un conjunto integrado. Y, para que exista bienestar, todas las áreas de la experiencia humana deben funcionar bien.
Hablemos de la vida física. No podrías vivir sin un cuerpo; por eso, Dios, en la Creación, te dio un cuerpo y te hizo un ser físico. Siendo Dios tu Creador, sabe cómo debe funcionar tu cuerpo y cómo debes cuidarlo, a fin de tener buena salud. Por eso, desde el principio de la Creación se preocupó por la alimentación del ser humano, le dio órdenes claras de cómo debería alimentarse, si deseaba ser sano y feliz.
En el tiempo de Israel, también se preocupó por alimentar a sus hijos. Sabía que el cuerpo físico necesitaba de alimentación, de calor, de agua y de sombra, y les proveyó todo eso de forma milagrosa. Les dio, también, directivas sanitarias que el pueblo debía seguir, para no ser víctima de epidemias por falta de higiene.
Y, en el capítulo 11 de Levítico, les explicó detalladamente qué tipo de alimentos podían comer o no, si quisieran tener salud y vida física abundante.
En el Nuevo Testamento, Juan dice: "Que tengas salud". Sin salud, de nada vale que tengas un buen empleo, dinero o amor; un cuerpo enfermo siempre te estará trayendo dolor, y no te dejará servir a Dios con alegría.
El Señor Jesús, durante su ministerio en la tierra, demostró preocupación por la salud física del ser humano: al ver a la multitud hambrienta, la alimentó; al ver a los enfermos, los curó; y a sus discípulos les dijo, muchas veces, que era necesario que reposaran, para tener mejores condiciones de servir.
Al realizar muchos milagros de curación en el sábado, Jesús estaba relacionando, también, el sábado con la salvación, con la vida y con la buena salud. Está probado que el reposo es un remedio en contra del estrés, provocado por la vida agitada que el hombre de nuestros días vive.
¿No crees que la preocupación de Dios por tu salud debería ser motivo de gratitud? Aprovecha este día para evaluar la forma en que estás tratando a tu cuerpo. ¿Bebes suficiente agua? ¿Practicas ejercicios diarios? ¿Te preocupas por tener una alimentación saludable? ¿O piensas que la buena salud es fruto de la casualidad? "Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

miércoles, 23 de noviembre de 2011

EN EL MUNDO


No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. Juan 17:15.

Para que la vida sea completa, no basta que tenga un aspecto físico y otro espiritual; necesita, también, de una dimensión social. El ser humano no fue creado para vivir en soledad. En el Jardín, Dios creó una compañera para el hombre: "No es bueno que el hombre esté solo", dijo Dios. Y la vida probó que realmente no es bueno: las personas que se aíslan y viven solas viven menos, y con menor motivación.

La dimensión social del cristiano abarca su vida familiar, su relación con los amigos, con la comunidad en la que vive y trabaja, y con la comunidad en la que alaba a Dios. A esta última, la llamamos iglesia.

A fin de que el ser humano sea plenamente feliz, sus relaciones humanas necesitan ser saludables, gratificantes y constructivas. Pero, desde la entrada del pecado, las relaciones humanas se deterioraron. Recuerda que el primer problema de relación entre Adán y Eva surgió luego del pecado: empezaron a atacarse, a acusarse y a justificarse; algún tiempo después, Caín mató a su hermano Abel, y ahí empezó el desfile de desencuentros y luchas.

¿Qué hacer para volver a tener relaciones sociales saludables? Lo primero que el ser humano necesita, con el fin de vivir en paz con los demás, es tener paz en el corazón. Y esa paz es el resultado de la reconciliación con Jesús. ¿Cómo sucede eso? Simple: reconoce que estás lejos de Dios, y dile que deseas regresar a sus brazos. En ese momento, Dios envía todos sus ejércitos celestiales, para traerte de regreso.

Pero, ahí no termina todo; necesitas, también, de la iglesia. ¿Para qué? Para crecer. Conviviendo con los otros cristianos, puedes crecer y permanecer hasta el fin. Es allí donde conviven los reconciliados con Cristo. La iglesia no es una comunidad de gente perfecta, sino de personas que están andando la vida cristiana, y son conscientes de que les falta mucho terreno por recorrer. En ese andar, deben aprender a perdonarse, a aceptarse y a comprenderse los unos a los otros; deben desarrollar la paciencia, y la capacidad de no juzgarse entre sí.

Pero, al concurrir a la iglesia, los cristianos corren un peligro: apartarse de las personas que no comulgan con su fe; aislarse de los "mundanos".

El plan divino no es que los cristianos vivan en aislamiento, por eso, y para tener vida plena, es necesaria una misión. Para cumplirla, debemos cultivar una amistad sincera con las personas que no son de nuestra fe.

Haz de este día un día de amistad con las personas. Muéstrales a Jesús en tu vida, porque el Señor oró, al Padre: "No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

martes, 22 de noviembre de 2011

VIDA ABUNDANTE

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Juan 10:10.

¿A qué se refería Jesús cuando habló de vida abundante? ¡Vida abundant! ¿Entiendes? Algunos cristianos sinceros, queriendo hacer lo mejor, viven vidas angustiadas. La única preocupación que los domina es la de no pecar.

¿Cómo sería si un hijo viviese únicamente pensando que, si hace algo incorrecto, el padre lo va a castigar? Ningún padre quisiera tener ese tipo de relación con su hijo. Sucede lo mismo con Dios: desea que vivas, con él, una experiencia maravillosa de amor, y no con miedo de ser destruido si te portas mal.

El buen comportamiento y la buena conducta son resultados del vivir una experiencia diaria de comunión y de amistad con Jesús: andando, comiendo, estudiando, trabajando, enamorando; en fin... Pero, siempre con la conciencia de que Jesús está contigo por donde quiera que vayas.

Ese tipo de vida es una vida con propósito: una vida llena de expectativas y de posibilidades futuras, alimentada por relaciones sociales saludables, disfrutando de buena salud, etc. Es la vida que tú recibes como un regalo divino.

Pero, desear la vida abundante encierra un peligro: muchos se pierden en los campos abiertos y sin límites del humanismo. Pregonan la libertad, pero caen en las garras del libertinaje. El versículo de hoy dice que "el ladrón viene a robar" ¿Quién es el ladrón? Sin duda es el enemigo de las almas. ¿Y por qué Jesús lo presenta como "el ladrón"? Porque viene a robar; no viene a asaltar.
El asalto demanda fuerza; el enemigo viene a robar. Su principal arma es el engaño; te hace creer que el camino que sigues te lleva a la vida, cuando en realidad te conduce a la muerte. Te susurra que, para vivir la vida abundante, no necesitas de reglas, y te lleva al desierto incandescente de tus deseos. Allí no hay límites; tus ojos se pierden en el horizonte sin fin. Pero, tampoco hay vida: el desierto es tierra de chacales, de escorpiones y de muerte.

Hoy puede ser un día de verdadera libertad. Alza los ojos hacia la cruz; deja de mirar solo a la tierra. No te dejes arrastrar por la manera de pensar de una generación que solo vive para agradar a los sentidos. Haz de Jesús tu compañero de cada hora, porque él dijo: "El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

Jovanny R. Vega A.

jueves, 17 de noviembre de 2011

LA SEÑAL

Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Lucas 2:11,12.

Elmer cree que nació para sufrir: en su opinión, el cristiano debe ser pobre y sufriente. Cristo lo fue; y si el Maestro no tuvo comodidades en la tierra, ¿por qué sus seguidores deberían tenerlas?

Se casó a los 22 años. Hoy, tiene dos hijos, y la familia pasa por necesidades extremas. La esposa deja a los niños en una guardería, y trabaja todo el día. Regresa por la noche cansada, y encuentra al esposo leyendo la Biblia, sin haberse tomado siquiera el trabajo de recoger a los niños. El dinero que Rosa trae no es suficiente para mantener a la familia.

Últimamente, el hogar de Elmer y Rosa se está deteriorado. Ya discuten la posibilidad de una separación. Pero él no la acepta, bajo el pretexto de que "esa no es la voluntad de Dios".

¿Cuál es la voluntad de Dios? ¿Que la familia sufra porque "Cristo sufrió"?

Cristo es el nombre de Jesús que expresa su misión redentora. Cristo no nació para vivir: vino a morir. Nació bajo la sombra de la cruz, vivió a la sombra de la cruz y fue clavado en la cruz.

El texto de hoy menciona que la señal de que Jesús era el Cristo sería encontrarlo "envuelto en pañales, acostado en un pesebre".

Pobreza, sufrimiento, limitaciones: todo eso lo acompañó a lo largo de su existencia. Fue perseguido; huyó a una tierra extranjera para salvar su vida; las zorras tenían cuevas y los pajarillos nidos, pero él nunca tuvo dónde reclinar la cabeza.

Todo eso ¿con qué objetivo? Para que tú vivas la vida abundante. Su pobreza es tu riqueza; sus limitaciones, tu abundancia; su muerte, tu vida.

Nadie tiene el derecho de vivir una vida sin ambiciones, alegando que Cristo fue pobre: la pobreza es una de las consecuencias que el pecado trajo a este mundo. Por lo tanto, mientras exista el pecado, existirá la pobreza. Pero, Jesús vino a liberarnos de la mediocridad y el conformismo; vino a liberarnos de la ignorancia y de la miseria. La salvación que él ofrece no tiene solo que ver con la vida eterna, que recibirás en ocasión de su retorno triunfante a este mundo, sino también con una vida de prosperidad en esta tierra.

Con Cristo, las cosas eran diferentes. Él vino a sufrir y a morir; era la única forma de salvarte. Por eso, dijo el ángel: "Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón


lunes, 14 de noviembre de 2011

MUCHO MÁS, AHORA

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Romanos 5:10.

El tema de la gracia jamás será entendido del todo por la limitada mente humana. ¿Cómo entender que el Dios todopoderoso, Creador del cielo y la tierra, se haya hecho hombre, y viniera a morir en la cruz del Calvario, para salvar al ser humano? Pasarán siglos. En la eternidad, estudiaremos este asunto, y jamás lo entenderemos. Por eso, Dios ilustró la gracia en la muerte del cordero: un animal inocente, que no tenía culpa, era llevado al altar, y era sacrificado con el fin de que el pecador recibiese el perdón.


Cuando las manos del pecador se extendían, con el cuchillo empuñado, en dirección de la garganta del animalito; al contemplar a aquel inocente ser, que moría sin dar un gemido, el pecador podía tener una leve idea de lo que Jesús haría por él, en la Cruz.

Los judíos creen que la interpretación cristiana de Isaías 53 es una inmoralidad. Esta posición parece demasiado dura, pero ellos explican: "Que un hombre malo muera por sus delitos, eso es justo y moral; pero, que un ser bueno, que no le hizo mal a nadie, muera por los delitos de los pecadores, eso es inmoral".

Tal vez sí; desde el punto de vista humano, con toda seguridad. Pero, Dios muestra su amor, para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Difícilmente alguien moriría por un amigo: ¡imagínate morir por un enemigo! Nosotros éramos enemigos de Dios y, sin embargo, el Señor Jesús entregó su vida por nosotros.

La eternidad no será suficiente para cantar loores de gratitud a Dios, por el don maravilloso de Jesucristo. Él ve, en ti, un potencial que nadie es capaz de discernir. Te acepta como eres, pero te ve como lo que, un día, transformado por su amor, llegarás a ser.

La base para esa confianza es el versículo de hoy: si Jesús te amó y se entregó por ti cuando vagabas en terreno enemigo, ¡mucho más ahora, que eres parte de su Reino! Él te tomará de la mano, y te guiará a los pastos verdes y a las aguas tranquilas. Te conducirá de victoria en victoria, hasta la victoria final.

Con esa seguridad en tu corazón, enfrenta las luchas de este nuevo día, "porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

lunes, 7 de noviembre de 2011

¡BÚSCALO!

Pero cuando en su tribulación se convirtieron a Jehová Dios de Israel, y le buscaron, él fue hallado de ellos. 2 Crónicas 15:4.

La cerca de la posada en la que me hospedo me cuenta muchas historias, en su monotonía vertical. Me habla, en silencio, de mariposas que desaparecieron en el abismo, del otro lado de sus límites; me cuenta de la tragedia de ladronzuelos, que se quedaron con las carnes clavadas en las púas del alambre protector.


También, me muestra rosas silvestres, que trepan sus espinas aquí y allá. En fin, aquella cerca vieja me habla de libertad y de esclavitud; de vida y de muerte.


El pueblo de Israel parecía que ignoraba los "límites de la cerca"; si no los ignoraba, peor aún. La consecuencia fue terrible: ellos también, como las mariposas del hotel, desaparecieron en el abismo del anonimato; se hicieron polvo, en la arena de la historia. Historia de dolor, dispersión y sufrimiento.


Ellos también sintieron sus carnes heridas por las púas de la desobediencia, y se quedaron allí, gritando de dolor y suplicando por auxilio.


Y el Salvador apareció. "Cuando en su tribulación se convirtieron a Jehová Dios de Israel, y le buscaron, él fue hallado de ellos", dice el versículo de hoy.


¡Qué bueno es el Señor! Siempre está presente en la hora del dolor. Jamás se olvida del hijo rebelde. Israel pensaba que la cerca protectora de los eternos principios divinos era muro esclavizador; la descartaron de su vida; fueron más allá de sus límites, en busca de libertad y de realización.


La vida tiene muchas cercas; vives rodeado de ellas. Respetarlas es vivir: el resplandor, del otro lado, es mero espejismo, brillo seductor, aurora boreal engañosa. Conozco historias tristes, de gente que saltó la cerca, en busca de nuevas sensaciones. Como Israel, hoy claman de dolor, atrapados en las garras de su búsqueda insensata.

Hoy, puede ser un día especial para rever la cerca. No la mires como las reglas de un Dios arbitrario; contémplalas como el marco protector de tu vida. Y parte, para la lucha de esta nueva jornada, recordando que: "Cuando en su tribulación se convirtieron a Jehová Dios de Israel, y le buscaron, él fue hallado de ellos".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

miércoles, 2 de noviembre de 2011

NO QUISISTE

¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! Mateo 23:37.

Dios es un Dios de comunidad. La propia esencia de su ser lo muestra: Padre, Hijo y Espíritu Santo, en una unidad indivisible, de un único Dios eterno.

Ese Dios creó al ser humano por amor. Primero, a Adán. Y, al verlo solo, declaró: "No es bueno que el hombre esté solo". Realmente no es bueno; desde ningún punto de vista. El ser humano no fue creado para vivir aislado de las otras personas. Por eso, Dios les dijo: "Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra". Dios quería tener, en esta tierra, un pueblo peculiar y especial, que viviera unido. El factor de su unidad sería el propio Dios. Desdichadamente, el ser humano se apartó del Señor, y el resultado fue la fragmentación: empezaron las acusaciones, las agresiones y la división.

La historia bíblica muestra que cada vez que los seres humanos volvían los ojos a Dios, se unían; y, cuando se apartaban de él, se dividían. Sucedió con Caín: se alejó, fue a un lugar distante, se apartó. El pecado lo llevó a aislarse.

Pasaron los años. Vino el diluvio. Una familia se unió. El elemento de unión era Dios. Podrían haber sido muchos más los que se unieran, pero no buscaron a Dios. La comunidad de Dios nunca está cerrada; no es exclusivista, no hace diferencia entre los seres humanos. Basta creer.

Después del diluvio, los seres humanos trataron de formar una comunidad. En lugar de tener, como elemento de unidad, a Dios, escogieron colocarse en contra de Dios. ¿Cuál fue el resultado? Confusión, desorden y fracaso. Así terminó la historia, en Babel.

Por más bien intencionados que sean los planes de unidad del ser humano, si no tienen a Cristo como el centro, están condenados al fracaso. El ser humano natural es egoísta; quiere todo para sí. Y, aún cuando sus planes parezcan bellos por fuera, traen por dentro la mancha miserable del egoísmo, que lo arruma todo.

Si te sientes solo, distante, triste y aislado, revisa tu relación con Cristo. Si intentas unir a un grupo y, por más que te esfuerzas, nada logras, analiza la relación del grupo con Cristo. Solo él puede unir los corazones; la parte humana es aceptar. Recuerda el lamento de Jesús: "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!"

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

Jovanny R. Vega A.

martes, 1 de noviembre de 2011

JUSTICIA PROPIA

Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios. Romanos 10:3.

Uno de los peligros que los cristianos corremos es pensar que Dios está preocupado solo con el hecho de que nos portemos bien y practiquemos obras justas. Claro que a Dios le gusta ver obras de justicia en la vida de sus hijos; pero como un resultado, y no como la causa. Tú no eres justo porque practicas obras justas: tú realizas obras justas porque eres justo. Lo primero que debes hacer, en la vida cristiana, es ir a Jesús, y no tratar de fabricar tu propia justicia.


La justicia humana es trapo de inmundicia para Dios. ¿Por qué? Porque es solo apariencia. Ese era el problema de los fariseos en el tiempo de Cristo: se esforzaban por ser buenos, pero solo por fuera; en el fondo, no pasaban de ser gente pecadora. Y Jesús los llamó sepulcros blanqueados: blancos por fuera, pero hueso y carne putrefacta, por dentro.

Con el fin de ser un buen cristiano, no basta hacer cosas buenas o justas: es necesario ser justo. Y se es justo solo cuando se vive una vida de comunión diaria con la Persona justicia, que es Jesús.


La línea divisoria es tenue, casi imperceptible. Y existen dos extremos terribles: el primero, es el de pensar que relacionándote con Cristo tu salvación está garantizada, y no tienes que preocuparte por las buenas obras. El otro extremo es el de pensar que, sin obras, no hay cómo probar que eres un cristiano, y olvidándote de Jesús correr la carrera sin sentido, en busca de buenas obras.


Al fin de cuentas, ¿cómo saber que realmente confías en Jesús y que tus buenas obras son fruto de tu relación con él? Es fácil. Existe un termómetro que solo Dios y tú conocen; nadie más lo puede ver: ese termómetro es la cantidad de tiempo que pasas diariamente con Jesús, en oración, estudio de la Biblia y meditación.


Cada vez que te arrodillas antes de salir para el trabajo, estás expresando a Jesús, sin palabras, pero con tu actitud, lo siguiente: "¿Sabes por qué estoy aquí, arrodillado? Porque sin ti no puedo hacer nada". Y cada vez que partes sin pasar tiempo con Dios, le estás diciendo lo contrario.

Haz de este un día de comunión. "Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

Jovanny R. Vega A.

viernes, 28 de octubre de 2011

DIOS ES EL QUE JUSTIFICA

¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. Romanos 8:33.

El otro día, recibí la carta desesperada de una persona atormentada por los errores del pasado. Creía que no tenía derecho a ser feliz. Esa intranquilidad interior se manifestaba en un temperamento agresivo e impaciente, y estaba creándole problemas familiares. La esposa le había perdido el divorcio, y el hijo mayor había abandonado el hogar.

Vamos a analizar la palabra "justificados". Literalmente, este vocablo denota la idea de "ser hecho, o ser declarado, justo". Antes de ser justificados, éramos injustos, enemigos de Dios. Corríamos detrás de los placeres de la carne. No nos importaba lo que Dios sentía o pensaba; vivíamos como si Dios no existiese, aunque no tuviésemos conciencia de ello.

En consecuencia, el sentimiento de culpa nos acusaba día y noche. Pero, al ser justificados, somos perdonados, aceptos por Dios, reconciliados, restaurados a la relación de amor con Dios que habíamos perdido por causa del pecado.

¿Y cuál es el resultado? Tenemos paz con Dios. ¿Por qué tenemos paz? Porque el pecado nos había hecho culpables, y vivíamos desesperados. En realidad, lo que nos pone en guerra con Dios es el pecado; la justificación retira la culpabilidad del pecado y, quitado ese obstáculo, deviene la paz.

No hay nada más importante, para una persona, que tener paz con Dios: tú puedes tener todo el éxito del mundo pero, si no estás en paz con Dios, de nada te vale. Tu corazón siempre estará vacío, y correrás de un lado al otro tratando de llenarlo con cosas minúsculas y pasajeras, que solo te dejarán el sabor amargo de la frustración.

Hoy es un nuevo día. ¡Reconcilíate con Dios! Todo lo que necesitas hacer es reconocer que no puedes encontrar la salida por tus propias fuerzas. Enseguida, dile a Dios que reconoces su poder y que sabes que él puede rescatarte del abismo en que te encuentras. Y, finalmente, corre a los brazos de Jesús, confiésale tus errores y acepta su maravillosa gracia.

Sal a enfrentar tus deberes en este día. Y no vivas atormentado por el pasado, porque "¿quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

lunes, 24 de octubre de 2011

USA BIEN EL TIEMPO



 

Aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Efesios 5:16.

Jugaba con el tiempo; mejor dicho, creía que tenía mucho tiempo. A fin de cuentas, era joven. Cuando se viven los albores de la juventud, se tiene la impresión de que el tiempo no pasa; que la tarea incumplida de hoy puede ser hecha mañana.


El tiempo fue pasando. Imperceptible, lento... Como una tortuga que, en su parsimoniosa terquedad, devora millas; como pasan las nubes por el cielo azul, sin que nadie las note; como las mañanas y las tardes se van, anónimas y desconocidas.


Un día, se miró al espejo, y notó arrugas en su rostro y cabellos blancos en su cabeza. Había un aire de fracaso en su nostálgica mirada. Intentó sonreír, y su sonrisa le pareció la careta burlona del tiempo que se iba, agitando la mano en el aire. Y tuvo miedo. Pero, ya era tarde: no había más sol en su vida; el crepúsculo le decía que la noche había llegado. Y volvió a tener miedo. Y lloró mucho. Pero, el tiempo se había marchado, y las sombras lo asustaban.


Es frente a un cuadro como este que el apóstol Pablo dice a los efesios que aprovechen el tiempo.


El verbo griego, traducido como "aprovechar" en el versículo de hoy, es exagoraxo que, literalmente; significa redimir o "pagar para tener de nuevo algo que ya está perdido". Pablo utiliza mucho el verbo redimir, para referirse a lo que Jesús hizo en la cruz del Calvario por la humanidad.


Tú ya estabas perdido, en poder del enemigo, y Cristo pagó el precio para tenerte nuevamente. ¿Por qué? ¡Porque eres muy valioso!, eres vida, gente.


Pero ¿qué tiene que ver la redención con el tiempo? ¿Por qué habría de pagarse por el tiempo perdido? Para traerlo de vuelta; para rescatarlo y aprovecharlo mejor. Porque el tiempo es vida: sin tiempo no hay vida; perder el tiempo es perder la vida.


El precio para rescatar el tiempo perdido es el esfuerzo, la diligencia y el trabajo. Sin estas tres virtudes, no hay éxito. Y el mensaje del texto de hoy es que, aunque por los desatinos de la juventud el tiempo se fue, con Jesús es posible traerlo de vuelta, rescatarlo, redimirlo.

¿Cómo? Al vivir con Jesús y cultivar un compañerismo diario con él. Al permitir que él viva en ti y dirija tus pasos, tú eres capaz de hacer, en cinco años, lo que no hiciste solo en toda tu vida.
Nunca es tarde con Jesús. Por eso, hoy, toma seriamente el consejo de Pablo: "Aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

viernes, 21 de octubre de 2011

SE ESCONDIERON

Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Génesis 3:8.


Martín era otra persona. El hombre que salía todos los días, por la mañana, a correr oyendo música; el vecino educado, que saludaba a todos; el jefe atento, que siempre tenía una palabra de ánimo para sus empleados; el padre afectuoso; el marido cariñoso, ya no existía más.
 
En su lugar, apareció un hombre solitario, cerrado, triste... Nadie entendía lo que pasaba, ningún miembro de la familia, ningún empleado en el trabajo, ningún vecino; nadie. Solo él.

La noticia explotaría en cualquier momento; era solo cuestión de días: ella había jurado hacer un escándalo frente a la casa de su familia, si él no reconocía al hijo que tuvo con ella. Si las amenazas se hicieran realidad, todos sabrían la verdad. La ansiedad lo carcomía por dentro, como un violento cáncer. Su mente pasaba todo el día pensando en una solución, una salida, pero no la encontraba: sería demasiada la vergüenza. ¿Qué hacer?

Pensó en huir; pidió ser transferido en el trabajo; pensó en quitarse la vida. Llegó, incluso, a considerar cometer un asesinato. Y, en esa búsqueda insana de una solución humana, dejó de vivir, sin nunca haber muerto.

Eso es lo que hace el pecado: te quita la vida sin matarte. El sentimiento de culpa es una de las más poderosas fuerzas de la mente humana: hiere, paraliza, destruye. En el caso de Martín, lo llevó a la desesperación. En el caso de Adán y de Eva, los llevó a esconderse de la presencia de Dios.

El sentimiento de culpa, que te lleva lejos de Dios, es la peor consecuencia del pecado. Y el enemigo aprovecha para susurrarte al oído: ¡Huye, huye mientras estás a tiempo; porque lo que tú hiciste no tiene perdón! ¡Mira lo que hiciste!

El texto de hoy muestra dos verdades: la primera es que el sentimiento de culpa lleva al ser humano lejos de Dios. La otra verdad es que, por más que el ser humano huya, ¡Dios va detrás de él! Y no existe lugar, en este universo, a donde puedas esconderte de tu Padre, que llega a ti diciendo: "Hijo, ¿dónde estás? Vuelve a mí, porque yo te amo. Soy tu padre; te doy mi perdón cuantas veces lo necesites".

Hoy, al comenzar un nuevo día, procura oír la voz de Dios, y aprende la lección de lo que les sucedió a Adán y Eva, quienes "oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

jueves, 20 de octubre de 2011

CON TODAS TUS FUERZAS


Y amarás a Jehová tu Dios, de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Deuteronomio 6:5.


El problema, para entender correctamente este versículo, es el hecho de que vivimos en días en que prácticamente se ha vulgarizado la palabra amor, tal vez, por lo limitado de los idiomas latinos. En estos idiomas, se "ama" a todo: la comida, al perrito, a la esposa, a Dios, a la iglesia, la profesión, en fin... No existen varias palabras para definir o diferenciar el amor por una u otra cosa. Pero, en el griego y el hebreo, no sucede lo mismo.

En este versículo, por ejemplo, en el original hebreo la palabra "amor" es ahab, que refiere a un amor consciente, con propósito; un amor racional. No es solo un amor sentimental, sino un amor responsable; un amor que tiene que ser así, no puede ser de otra forma. Es un amor que existe porque la mente dice que eso es lo correcto, aunque para eso sea necesario la renuncia, la entrega y el sacrificio.

Este tipo de amor no es fácil de ser entendido. Desdichadamente, el amor, como principio, se ha transformado apenas en amor romántico, de poesía y de música, desprovisto de acciones y hasta de lógica.

Dios espera de su pueblo un amor completo: con la mente, con el cuerpo, con el ser entero; no un amor dividido ni a medias. Cuando el ser humano trata de amar a medias, se divide a sí mismo, y eso lo vuelve infeliz. Para que algo te satisfaga, tienes que hacerlo con tu ser entero; de otro modo, corres el riesgo de hacerte infeliz, incompleto y vacío.

Pero, la voluntad de Dios es más grande, todavía: él espera que un amor así lleve al ser humano a amar, también, a su prójimo, es decir, a las otras personas, del mismo modo que ama a Dios.

¿Solo porque es una orden? No: los consejos divinos tienen, como propósito, hacerte feliz.
 
Es de lamentar que, para entender algo tan simple, muchas veces sea necesario sufrir y llegar a la desesperación. Pero, finalmente, es por medio del dolor que llegamos a nacer del Espíritu; y solo entonces el amor auténtico, verdadero y genuino se manifiesta, en la vida, como un fruto.

Con esto en mente, comienza el día recordando: "Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

miércoles, 19 de octubre de 2011

LO CORTARÁS

 
Y sí diere fruto, bien; y si no, la cortarás después. Lucas 13:9.
Joelma es una joven que nació y creció en la iglesia. Últimamente, ella solo habla del amor de Dios; canta y se emociona, mientras sus labios entonan himnos de alabanza. Cualquiera que la viese cantando, emocionada, pensaría que es una cristiana maravillosa. Solo tiene un problema: vive con una persona casada, y cree que el amor de Dios "cubrirá la multitud de sus errores".

Pero, el versículo de hoy habla de "cortar". ¿A qué se refiere Jesús? La vida cristiana es una experiencia diaria de amor con Cristo; pero, el amor no disculpa la negligencia espiritual. Dios se agrada cuando un hijo suyo lleva mucho fruto porque, aunque el propósito final del fruto es glorificar a Dios, es imposible ignorar el sentimiento de realización, de paz y de felicidad que inunda el corazón de una persona que vive en comunión con Dios y que, como resultado, produce frutos buenos.

Por otro lado, es triste ver cristianos que durante años conocen el evangelio, la teoría, la doctrina, pero no pasan de allí: son grandes intelectuales de la fe, pero los frutos están ausentes en su experiencia.

¿Cuál será el resultado final?: "Lo cortarás después", es la respuesta. La expresión "después" es instructiva: que nadie se atreva a cortar lo que parece cizaña ahora; deja que el trigo y la cizaña crezcan juntos; "lo cortarás después". ¿Cuándo? Cuando el Señor Jesús vuelva a la tierra, y él, que todo lo sabe y que tiene la capacidad de ver lo que hay dentro del corazón, echará la paja al fuego.

Hoy es el día de buena nueva. Jesús quiere entrar en tu corazón en este momento; desea vivir una experiencia de comunión contigo. No existe cristianismo sin Cristo. No permitas que el bullicio de este mundo te cautive, al punto de que no te quede tiempo para Dios.
 
No te dejes absorber por la competitividad, por el consumismo y por la banalidad de este mundo. No limites tu experiencia cristiana a ir una o dos veces por semana a la iglesia. Deja que el Espíritu Santo controle tu vida, que la llene de frutos, y te dé paz para mirar hacia el futuro sin temor. Pero, recuerda: "Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

martes, 18 de octubre de 2011

EL SECRETO DE LA VIDA

Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos. Yo Jehová. Levítico 18:5.

Alvaro anda perdido, en la floresta de sus fracasos. Son varios; muchos, para su corta existencia. Se da cuenta de que la victoria está allí: esa victoria, hasta ahora solo soñada, apenas deseada, pero inalcanzable, estaba allí. La tiene en la punta de los dedos, y se pregunta, ansioso: "¿Qué me falta?"

El texto de hoy es la respuesta: Álvaro no guarda las instrucciones divinas. "Guardar", en el original hebreo, es shamar, que literalmente significa seguir, cumplir, obedecer: este es el secreto de una vida victoriosa.
 
Dios no te creó y te dejó, flotando, en el universo para que, solo, por tus propios medios, trates de ser alguien realizado y victorioso; no. Al crearte, te dio el manual de instrucciones para una vida feliz. Ese manual es la Biblia. Y, en el tiempo de Israel, Dios recomendó a su pueblo: "Guardarás mis instrucciones, y vivirás".

La enseñanza continúa valiendo para nuestros días: no hay manera de alcanzar el puerto soñado de la realización sin obedecer las pautas divinas.

La Biblia no es una colección de prohibiciones, como algunos piensan; tampoco es un libro antiguo, que servía para gente de otros tiempos: sus enseñanzas son actuales, y se adaptan al ser humano de todas las generaciones. Es una carta de amor, que Dios te dejó para mostrarte el camino que te lleva hacia una vida feliz.

Millones han tratado de ser felices con sus propios métodos, sin Dios y sin instrucciones; han alcanzado fama, dinero y poder. Pero, eso no es felicidad; eso no realiza ni satisface al ser humano. Solo en Jesús la persona es completa; solo en él, la nada se hace todo.

Y, como si esto fuese poco, el versículo de hoy termina con la firma del propio Dios: "Yo Jehová", dice, para garantizar la solidez de su promesa.

¿Puedes dudar de una promesa al pie de la cual Dios pone en juego su propio Nombre? Abre los ojos a las instrucciones divinas; atesóralas en tu corazón; sigúelas. Y, con toda seguridad, vivirás.
 
Porque Dios declaró: "Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos. Yo Jehová".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

lunes, 17 de octubre de 2011

¿PARA QUÉ SIRVEN LOS FRUTOS?


En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. Juan 15:8.

Pastor, no entiendo lo que sucede conmigo -me decía el otro día un joven-. Todos tienen buenos frutos que presentar, menos yo: no puedo probar que soy cristiano.
El versículo de hoy muestra el propósito de los frutos en la vida del cristiano: el propósito no es probar que somos "sus discípulos"; si pensamos de ese modo, corremos el peligro de buscar a Jesús con la intención de producir buenos frutos. En este caso, buscar a Jesús se vuelve un medio, y los frutos se transforman en el fin. Entonces, buscamos a Jesús por motivos egoístas. Y este es un terreno pantanoso, que muchos cristianos no perciben.
Buscar a Jesús no es el medio para alcanzar algo: es el fin, el objetivo, de todo. La vida sin Cristo no tiene sentido: él es el principio, el medio y el fin. Los frutos son el resultado natural del compañerismo diario con Cristo, y sirven para glorificar a Dios, no para alimentar el ego del cristiano ni para que los demás digan: "Mira qué cristiano maravilloso es aquel hombre".
Es esto lo que menciona Jesús, en el versículo de hoy. Y lo dijo, también, de otra manera: "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos".
"Glorificar al Padre": esta es la razón de ser de los frutos del Espíritu. Pero, en el cielo, Lucifer deseó la gloria para sí. Y hoy hace todo lo que puede con el fin de que los cristianos se confundan, y quieran producir buenos frutos, con idea de "probar" que son cristianos y ser glorificados, cuando la única motivación correcta para buscar a Jesús es reconocerlo como el Señor de nuestra vida, y devolverle la gloria que solo pertenece a él.
Haz de este un día de gloria a Dios. Tómate de la mano de Jesús; camina con él; permítele participar de tus sentimientos, pensamientos y acciones. Recuerda que Jesús es la Vid, y tú eres el pámpano: no tienes vida propia; tu vida depende de Dios. Si tu vida es una vida de comunión permanente con él, los frutos aparecerán; verdes, al principio, sin mucha hermosura, pero auténticos.
Por eso, recuerda: "En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

viernes, 14 de octubre de 2011

EL ESPÍRITU GUÍA


Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. Juan 16:13.
Aquí, el Señor Jesús habla acerca de la venida del Espíritu Santo. Dice que, cuando él viniere, nos guiará a la verdad. Este es uno de los trabajos del Espíritu: enseñar y guiar a la verdad. La acción de guiar en la verdad tiene dos aspectos. Primero, te convence. Nadie puede convencer al ser humano acerca de la verdad, a no ser el Espíritu Santo. Las personas que no aceptan la divinidad del Espíritu Santo tienen dificultades para entender la verdad. Tú puedes amontonar delante de tus ojos una montaña de pruebas y de evidencias pero, simplemente, no entiendes. ¿Cómo podrías? Solo el Espíritu convence.


La segunda acción del Espíritu es guiar. No se trata de algo teórico: de nada valdría entender la verdad, como teoría, si ella no se hace carne en nosotros. El Espíritu nos enseña, también, a vivir la verdad.


La palabra "verdad", en griego, es aleteia, que significa transparente, claro, que no está encerrado. Eso es vivir la verdad. El Espíritu nos lleva a vivir una vida clara, transparente, sin medias verdades o medias mentiras; una vida limpia, que no necesita esconderse ni disfrazarse.


La palabra "verdad", en el hebreo, confirma este concepto. En hebreo, es emeth, que significa seguro, sólido, firme, consistente. Una persona que fue guiada, por el Espíritu, hacia la verdad vive confiada, sin temores ni sobresaltos; no hay inseguridad en esa vida. La inseguridad está en la mentira, en la penumbra de las circunstancias, con miedo de ser descubierto y expuesto. Dios no desea esa vida para sus hijos; definitivamente, no.


Vivimos en un mundo en el cual la mentira produce espejismos casi difíciles de discernir. ¿Cuántas veces te han mentido? ¿Cuántas veces has mentido? ¿Cuántas veces has sido víctima de una injusticia, producto de una mentira? No te esfuerces por recordar: no te alcanzarían los dedos de las manos y de los pies, para contar las veces que has sufrido por causa de las mentiras.

Haz de este día un día de verdad. Entrégate al control del Espíritu; a fin de cuentas, nadie es veraz porque tienen autodisciplina: la verdad es un fruto del Espíritu. Recuerda que, "cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

miércoles, 12 de octubre de 2011

AMAR A LOS HIJOS DE DIOS

 
Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios [...]. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios y guardamos sus mandamientos. Pues éste es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos. 1 Juan 5:1-3.

El verdadero cristianismo trabaja de adentro hacia afuera. Es un manantial de agua pura, que desborda y lleva vida a quienes se relacionan con nosotros. No es institucional, sino personal. No se limita a no hacer cosas malas: es indispensable hacer cosas buenas. Esa es la idea del versículo de hoy.

Nota bien lo que dice San Juan: él habla de "todo aquel que ha nacido de Dios"; que ha sido convertido y se ha vuelto justo, porque se escondió en Cristo. ¿Cómo vive esa persona? Tiene dos características: guarda los mandamientos de Dios y ama a sus hermanos. No me voy a detener, hoy, en el aspecto de la obediencia; voy a mencionar la importancia de vivir en armonía con los hermanos y de amarlos.



Es una pena que este aspecto de la vida cristiana no es resaltado como debería. Pensamos que somos el pueblo de Dios, pero no damos la debida importancia a la unidad de la iglesia, basada en el amor a los hermanos. Por el contrario, a veces, por enfatizar un aspecto de la vida cristiana, herimos sin piedad a las demás personas. No puede ser así: si realmente nos hemos apoderado de la justicia de Cristo, es lógico que el fruto maravilloso del Espíritu aparezca en la vida.

Cuando digo "las demás personas o los otros hermanos", debo comenzar por mi hogar, con mi esposa, mis hijos y las personas que viven a mi lado. De nada vale ser justo y comprensivo con los otros, si soy injusto e intransigente con los míos.

Todo día es un renacer; y si el sol volvió a aparecer es porque Dios te ofrece una nueva oportunidad. Haz de este un día de amor hacia las personas, empezando por las que están más cerca de ti. Después, piensa en aquella persona que te parece desagradable y llámala por teléfono, para decirle que estás orando por ella. Orar por alguien es la mejor manera de llegar a amarla. Y no te olvides: "Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios [...]. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. Pues éste es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

lunes, 10 de octubre de 2011

ACEPTACIÓN


Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios. Romanos 15:7.


Lima, como toda gran ciudad, estaba congestionada y bulliciosa aquel día de diciembre; indiferente a las personas y a la vida. Sus estrechas calles, desgastadas de tantos pasos, no podían siquiera imaginar el dolor que embargaba las emociones del hombre cabizbajo, cargado de culpabilidad. Aquella figura anónima se deslizaba, inadvertida, por el jirón de la Unión, en dirección a la plaza San Martín.


Aquellas calles indiferentes respiraban un aire de Navidad. Mucho color y calor: color, gracias a los motivos navideños, y calor, terrible, del verano. El misterioso personaje escogió aquel palco, con la intención de protagonizar la última escena de su vida. La tragedia capital: se dio un tiro en la cabeza.


Creo que, cuando una persona decide poner fin a su existencia, es porque se siente ausente y ajena; como si no perteneciese a la vida. Como si, para ella, no hubiese lugar en este mundo.
Ser acepto es una de las necesidades básicas del ser humano; es lo que lo motiva a ser. Sentirse útil lo hace necesario. Por eso, Pablo aconseja: "Recibios los unos a los otros".


No dice "Recibid a los que os simpatizan o a quienes simpatizáis", sino a los otros: los otros son el prójimo; y el prójimo no tiene color, ni raza, ni idioma, ni personalidad ni carácter. Tu prójimo es, simplemente, aquel que está próximo a ti. No necesita agradarte; basta que esté a tu lado.


Esto no tiene nada que ver con la amistad. Al amigo, tú lo escoges; al prójimo, no. El consejo de Pablo no es aceptar al amigo, sino aceptar al prójimo.


La tendencia humana es escoger a quién aceptar; aislamos a las personas que no nos gustan. Formamos grupos cerrados, donde solo entran quienes saben descifrar el código establecido. Y muchos, como el insignificante ser humano que caminaba, anónimo, por las calles céntricas de Lima, son no solo dejados al olvido, sino rechazados, aislados e ignorados.


Haz, de este día, un día especial de aceptación de las personas que no conoces: saluda, en tu lugar de trabajo o en la escuela donde estudias, a las personas que no saludabas; sonríe a los tristes; comunícate. Extiende la mano al necesitado.
En fin... Sigue el consejo de Pablo: "Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

viernes, 7 de octubre de 2011

¿QUÉ ES LA FE?

Por medio dejas cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia. 2 Pedro 1:4.

Pedro es joven y apuesto. Hijo de una buena familia, tiene todo lo que un joven, a su edad, necesita: casa, estudio, auto, amigos, libertad. Sus padres son de aquellos que confian en el hijo hasta el punto de dejarlo libre los fines de semana,

Él sale cada sábado de noche con una chica diferente. En las fiestas, es el centro de las atenciones, el más conversador, el sueño de las chicas. Lo que nadie sabe es que Miguel lucha contra tendencias hornosexuales.

Él no quiere ser así; sabe que esa no es la voluntad de Dios. Miguel dice ser cristiano. Otro caso Claudio es casado, y tiene dos hijos. Es respetado y admirado cosa trabajo, sus hijos se sienten orgullosos de el su esposa sonríe de alegría por tener un esposo como él, Por donde Claudio va, las personas lo rodean y lo abrazan: es el fiel retrato del éxito.

Pero, ese retrato no muestra a Claudio en la oscura madrugada. Amparado por las sombras, se transforma en un surfista de las ondas de Internet: esas ondas lo llevan a sitios pornográficos: es un enviciado. Y, no obstante, es un líder religioso

¿Cuál es la semejanza entre Claudio y Pedro? ¿La vida paralela? ¿La intención de esconderse? ¿La vida en la penumbra? Puede ser. Pero, el versículo de hoy habla de una promesa: esta promesa es la que une a Claudio, a Pedro,a ti ya mí. La promesa es: tú puedes ser participe de la naturaleza de Cristo, y libre de las corrupciones de este mundo. ¿Podemos lograrlo? Si preguntásemos a Claudio ya Pedro, dirían: ;No veo cómo! ;Ya lo intenté, ya luché, ya lloré; pasé noches en oración, ayuné. Y continúo siendo un pobre pecador!

El verbo "dar", en el versículo de hoy, proviene del griego dedoremi. Es usado para destacar que recibes sin merecer,sin tener el derecho. Ser compañero de Cristo, y libre, es algo que no merecemos: lo recibimos solo porque lo aceptamos. Aceptares ejercer fe! Claudio, Pedro, tú y yo: él nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegásemos a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo.

jueves, 6 de octubre de 2011

SIMPLEMENTE, VE Y VENCE

Ahora sea notorio al rey, que si aquella ciudad fuere reedificada, y los muros fueren levantados, no pagarán tributo, impuesto y rentas, y el erario de los reyes será menoscabado. Esdras 4:13.
¡Exactamente ahora, que las cosas comenzaban a encajarse y que todo parecía ir bien, tenía que suceder! Ana Beatriz era una batalladora, que se levantaba temprano, a fin de dejar todo listo para los hijos y salir a trabajar. Luchaba movida por el sueño de ver a sus hijos graduados. Abandonada por el esposo, hacía las veces de padre y de madre de dos lindos niños. Por eso, la noticia no podría ser peor.

Después de mucho tiempo, cambiando constantemente de empleo, ahora trabajaba en una gran empresa, y progresaba en el aspecto profesional. Todos la apreciaban, desde los empleados más llanos hasta la Administración. Era un ejemplo de lucha, y no conocía la palabra desánimo. Pero, en ese momento las cosas eran diferentes. El diagnóstico era terrible: cáncer. Sumergida en lágrimas, se preguntaba: ¿Por qué ahora?

El pueblo de Israel pasaba por la misma situación. Después de setenta años de esclavitud, lejos de casa, era hora de volver. Ellos no solo tenían el permiso del Rey sino también su apoyo financiero, para ejecutar la obra. Había alegría entre el pueblo, y música en los corazones. Las personas se abrazaban y cantaban por la victoria alcanzada. Pero de repente, el cielo se volvió oscuro.

Los pueblos de aquella región vieron la alegría del pueblo, y acabaron con ella. Escribieron una carta al rey, acusando a Israel de rebeldía y de sedición. Y el rey les creyó.

¿Qué relación tiene eso contigo? Estás comenzando un nuevo día, y probablemente tienes mucho que hacer, luchas que enfrentar, victorias que conquistar. El enemigo sabe de eso, y hará lo que pueda por lanzar agua helada sobre todo tu entusiasmo: puede ser una enfermedad inesperada, una mentira maliciosa, la pérdida del empleo o el término de una relación amorosa; no lo sé. La verdad es que el enemigo quiere desanimarte, destruirte y arrojarte al piso.

Hoy, al salir de casa, sal con la seguridad de que, aunque el enemigo te asecha, Dios tiene poder para protegerte. Levántate, y sal de tu casa con la seguridad de la victoria en Cristo. No te asustes por causa de las mentiras que inventen respecto de ti: "Ahora sea notorio al rey, que si aquella ciudad fuere reedificada, y los muros fueren levantados, no pagarán tributo, impuesto y rentas, y el erario de los reyes será menoscabado".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

miércoles, 5 de octubre de 2011

El mensaje de la cruz vacía

Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a este crucificado. ( 1 Corintios 2:2)

Desde mi ventana miro el césped seco de Brasilia, y pienso: ¨ Otra vez se murió el césped ¨.- La meseta sobre la cual se levanta Brasilia tiene un clima ingrato.- De mayo a septiembre no cae una gota de agua, y la humedad del aire llega a límites alarmantes. Uno mira el césped y siente dolor. Se siente la impresión de que nunca volverá a renacer, de que esta definitivamente arrasando.

Entonces un amigo se acerca y me dice: ¨ Tú no conoces el césped de Brasilia. Espera a que caigan las primeras lluvias y, de donde pienses que ya no existe, renacerá el césped ¨.

Puede que te estés preguntando: ¨ Que tiene que ver conmigo el césped de Brasilia? ¨ Te respondo: ¨ Mucho, porque en el atardecer el año que se fue, tal vez quedo por allí un plan marchitado por el tiempo, o un sueño cubierto de polvo por las circunstancias. No importa, las primeras gotas de lluvia de un año nuevo están llegando, y de ahí, de donde parece que no hay nada mas, puede renacer la esperanza¨.

A lo largo de los años imagine muchas veces la cruz de Cristo. He pensado en ella de muchas formas. He visto y llevado a mucha gente a mirar al Salvador, que dio su vida para salvar a la humanidad. Hoy quiero desafiarte a mirar la cruz vacía .

¿Sabes por qué? Porque en la cruz, cuando Jesús murió, todo parecía perdido. Todo su trabajo parecía malogrado.
¿Donde estaba el fruto de su obra? ¿Donde estaban los resultados de su esfuerzo? Sus discípulos lo habían abandonado; todos sus sueños parecían haberse convertido en cenizas. ¿Te paso algo parecido alguna vez?

Entonces, mira la cruz ; obsérvala vacía, sin nadie. ¿Sabes qué quiere decir eso? Que puede acontecer una una aparente derrota. O puede parecerte que el mal está triunfando sobre las esperanzas y los sueños. O quizás te sientas triste, viendo como la obra a la cual le dedicaste toda tu vida parece caer a pedazos a tus pies.

La derrota es un hecho trágico y real. El fracaso puede ser doloroso y amargo.

¿Pero, por cuanto tiempo? Por hoy y mañana, tal vez. Sin embargo, al tercer día la tristeza se transformará en alegría, y la derrota en victoria; la muerte dará lugar a la vida.

Desde mi ventana veo el césped seco de Brasilia, y ya no me siento triste. Miro hacia arriba y no veo ni una sola nube anunciando lluvia, pero sé que la lluvia vendrá, como viene el mes de enero cada año. Y entonces la vida renacerá, los sueños reverdecerán y la tristeza huirá para dar lugar a la alegría.

Este es el mensaje de la cruz vacía y del césped seco de Brasilia.

Obtenido de Meditaciones Matinales para
Adultos, A solas con Jesús por el Pastor Alejandro Bullon.
Copyright 1998.